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Quiero ser fallera mayor de València

Una vida fallera y personal marcada por el espíritu del "Poli"

Irene Otero Díaz | Falla Tarongers-Politècnic (Algirós)

Una vida fallera y personal marcada por el espíritu del "Poli"

La comisión del Politècnic es una máquina de producir preseleccionadas, pero les falta rematar con una electa que hace ya años que echan en falta. Irene es su baza adulta. Una joven de carácter muy jovial y casi imposible de estar más vinculada a la universidad que acoge a la comisión. «Estudio... ¿dónde si no? En la UPV. El doble grado de Administración y Dirección de Empresas e Ingeniería Informática». ¿Da la vida? «Cuando entras en el doble grado sabes que tu tiempo va a cambiar. El primer año ya hice el cambio de chip. Tenemos muchas más horas de trabajo pero también tienes más créditos». Para ser de mayor... «lo que más me tira es la programación. Me gustaría mucho la Inteligencia Artificial y ahora he descubierto la Bioinformática. Intentar programar células, ayudar en aspectos médicos...». Y tiene motivos para ello: « mi mamá falleció hace nueve años de cáncer. Como si fuera ayer. Aunque no tenga la rama médica, mezclando mi sueño, la informática, con la salud, igual me sale algo que me llene y que sea importante para mí». Y no ha acabado: «ahora paso a tercer curso. Son cinco años, pero luego quiero más, como el Máster para pasar de ingeniera técnica a ingeniera»: La UPV se entrelaza constantemente. Fue su madre, precisamente, la que la introdujo en las fallas antes de nacer: «Trabajaba en Topografía, y surgió el proyecto de crear una falla. Fue justo cuando yo iba a nacer. Si quieres saber la edad de la comisión, es la mía. Soy de las primeras infantiles, porque en los primeros años éramos muy pocas». Fallera mayor joven, aunque en octubre cumplirá 22 años. De poco más de veinte años. «Quería serlo durante mi época de estudiante». Resulta curioso tanto las falleras mayores estudiantes tienen una justificación para ocupar el cargo que resulta tan convincente, y viceversa, que las que ya están metidas en el mercado laboral y superan el cuarto de siglo de vida. En su caso, «creo que de estudiante se vive de forma diferente. Por la flexibilidad de horarios. Y yo, siendo fallera mayor del "Poli", y estudiando en el "Poli", no me lo han podido hacer más fácil. Las prácticas, la docencia, ha sido la misma, pero con facilidades para recuperar». No: no vive en la Universidad, «pero casi, porque entre las clases y la falla... yo me dedico sobre todo a las presentaciones con mi amiga Patricia» (Santón del Río, también preseleccionada hace dos años). La casa familiar está «en la Creu Coberta, en la otra punta de la ciudad. Pero me es imposible pensar en estar en una falla del barrio, porque he crecido aquí. Es una falla especial. Por ejemplo, no tienes el concepto de bajar a la falla». Pero con ella aprendemos que «muchos falleros pasamos la semana de fallas en la residencia de estudiantes Galileo. Como muchos alumnos se marchan en Fallas, nosotros las ocupamos» Una curiosidad personal: tiene una voz con algo de acento. «Es verdad que me lo dicen muchísimo. Pero no: soy de València de toda la vida». Es la fallera mayor de la falla de Simón del Desierto. Aquella extraordinaria columna y el greñudo erguido en su cúspide, todo de vareta. «Me quedé con varios elementos: un disco hipnótico, alguna de las cabritas, un letrero...». Le ha faltado ver la película de Buñuel. «Nos comprometimos a verla el 19 y al final, con la película alquilada y todo, ni nos dio tiempo». No debe preocuparse: el jurado no le preguntará por la hipóstasis, la nástasis ni la apocatástasis.

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