La composición de la nueva Junta Central Fallera se completó ayer con el reparto de delegaciones. Y también volvió a dejar claro que Carlos Galiana quiere su equipo propio, sin herencias y prejuicios, respecto a su antecesor, Pere Fuset. Pero también que en los pasillos de Compromís darán juego mientras dure el reprís a las decisiones tomadas.

El nuevo presidente ya dejó claro que su equipo de confianza no está mediatizado por ninguna herencia de su correligionario. Y si previamente desplazaba a toda la directiva anterior (salvo a Javier Tejero, que a última hora le dio una asesoría) e incluía como nueva vicepresidenta a de las personas más críticas contra Pere Fuset en estos cinco años, Cristina Estévez, ayer hizo lo mismo con el escalón inferior. Y así, entre el listado de nuevos delegados señalaba como responsable del área de patrocinios a Gabriel Aranaz, quien no sólo ejerció de oposición dura (cuando no durísima) contra Fuset en plenos y asambleas, sino que fue uno de los promotores de la reprobación de diciembre de 2016 contra el entonces edil de Cultura Festiva, en el que fue uno de los episodios «negros» de la pasada legislatura. Con el añadido de que esta nueva delegación, tal como dijo el propio Galiana, está «adscrita a presidencia»; es decir, que depende, en designación y relación, directamente de él.

Aranaz, uno de los miembros de la JCF más veteranos en el organismo fallero (y uno de los mejores conocedores de los entresijos de la «casa grande»), sí que, por contra, trabajó uno de esos cinco años de presidencia de Fuset en una delegación. En concreto lo hizo en protocolo a petición de la entonces vicepresidenta y amiga personal, Sela Falcó.

A la vez, Galiana le buscaba acomodo a algunos de los anteriores vicepresidentes, al incluirlos en delegaciones y secretarías. Así, la delegación de Patrimonio, también dependiente directamente del concejal, la llevarán Pepa Gómez y Josep García Bosch e Irene Sánchez pasa a secretaría de juntas locales.

En este primer pleno, Galiana se mostró contundente en el debate. Lo hizo a la hora de sofocar una reivindicación de los delegados de sector, que solicitaban la creación de una delegación propia, en lo que era una forma de dar carta de naturaleza a una figura creada en los últimos años (los llamados «super delegados»), aduciendo entre otras cosas que «en ocasiones nos hemos visto desplazados, cuando representamos a todo el colectivo». Galiana fue desmontando algunos de los argumentos, incluyendo la potestad para hacer sondeos entre los presidentes («ya sabéis como están las noticias. si hay que hacer un sondeo, lo haré yo pidiéndolo a la Oficina de Estadística, que además gestiono yo) o que, en algunas de las reivindicaciones «son competencia de este presidente y la directiva». Les emplazó a hablar el tema cuando llegue la nueva normalidad y el tema no es que no se sometiera a votación. Es que ni tuvo turno de contrarréplica.

Contestando ruegos y preguntas, Galiana dijo que «tomaba nota» de la posibilidad de enriquecer el Mig Any, y estudiar la posibilidad, si las circunstancias lo permiten, que el 8 de octubre sea un día para recuperar la actividad en la calle que se va a perder en los fines de semana de San Juan. Pero a la vez se mostró en contra de que, una vez se levantes las restricciones, las comisiones quisieran salir a la calle. «He pedido prudencia desde el primer momento y debemos continuar así. Si hemos anulado la Fira, hay que hacer lo mismo».