Volver a la normalidad en una fallera de la corte suele durar dos años: el de fallera mayor de la comisión y ese de la corte. Para trece falleras muy concretas (posiblemente, las del periodo histórico más importante de la fiesta), el tiempo se paralizó y esa normalidad ha tardado más: tres años. Para las que llevaron la representación de la fiesta desde octubre de 2019 a octubre de 2021. Consuelo Llobell y su corte mayor. Y una vez recuperada, el proyecto de vida continúa. Y lo previsible era que Andrea Cea Blanco, ahora sí, contrajera matrimonio con Iván Cerquera, su pareja desde hace ocho años.
La Basílica de la Virgen, el escenario donde remató su año de corte unos meses antes, en la Ofrenda de las Fallas de Septiembre, acogió la ceremonia religiosa, aunque fue en la salida de casa donde la fallera de Carteros-Litógrafo Pascual y Abad había desvelado su particular ajuar: un vestido de Rosa Clara complementado con unos pendientes regalo de sus amigas y un brillante de su tía en el dedo. Y un particular mensaje oculto: en el ramo de novia, una medalla con la palabra "Pareji", regalo de Deborah Pascual, la fallera con la que conformó la primera pareja de la corte durante sus dos años de oficialidad. Y que se complementaban con unos brazaletes que llevaron sus amigas íntimas, que hicieron las veces de damas.
El maquillaje y peluquería corrieron a cargo de El Tocador de Jesus Sáez y J. Parralejo, sus estilistas de cabecera en materia fallera y de ceremonia. Dos protagonistas de la fiesta para quien también habrá boda pronto, tras declararse durante el viaje a Roma con el Extra de Fallas de Levante-EMV, donde estuvieron al servicio de Carmen y Nerea.
El banquete y posterior fiesta se celebraron en el Hotel Las Arenas. Allí se encontraron con una dedicatoria personalizada, un mensaje, para cada uno de los invitados. Cientos de puntos de luz sobre velas al aire adornaron el salón, decorado por El Sueño de Patricia, al que siguió la fiesta hasta el amanecer acompañada por la orquesta y una mesa de chocolates.
La vida sigue y Andrea, plenamente integrada desde niña en la "marea naranja" de la falla Carteros-Litógrafo Pascual y Abad, afronta ya el nuevo curso, tanto el vital como el académico, en el colegio Concha Espina, donde lleva años ejerciendo como maestra.
