El Rajolar de Bauset de Paiporta ha cumplido su centenario este año. Un "fumeral" octogonal de 37 metros de altura y estilo modernista, construido por Abelardo Martínez Martínez, de la familia de los "Ambrosios". Su hijo, Abelardo Martínez Tarazona, que dedicó su vida a la construcción y también erigió este tipo estas chimeneas de la época de la revolución industrial valenciana, recogió el galardón conmemorativo hace unos días.

¿Qué puede decir de esta chimenea?

Esta chimenea, igual que la fábrica, se construyó hace 100 años en 1921, poco después de otra que está a 200 metros. Esa, tanto la fábrica de ladrillos como la chimenea, la construyó mi abuelo y fue su propietario. La chimenea de mi abuelo era como esta, pero la tiraron con los años. Fue una pena porque fue la última que hizo. Esta fue la primera que hizo mi padre, cuando tenía 17 años.

¿Cómo fue construirla?

La hizo para unos propietarios de Paiporta porque, en aquel entonces, eran tiempos de la revolución industrial en València. Se tardó en construir entre tres o cuatro meses. Cuando se hacían, no se gastaban andamios. Tenías un peón, que estaba debajo de ti y te subía los materiales con una carga. Conforme iban subiendo los ladrillos, tú los ibas poniendo. Y pisabas por encima de lo que estabas haciendo y en una cruz que tenías a los pies.

Son una familia de constructores, ¿tienen más chimeneas por València?

Sí. Hay muchas hechas por mi abuelo y por mi padre. Mías hay tres o cuatro. Hace años dije: "En la familia hemos construido chimeneas y no dejábamos nada de reconocimiento". Lo pensé porque me lo decían profesores de la Universidad Politécnica de València, que me pusiese a buscar y recopilar nuestro trabajo. Lo que pasa es que en algunos sitios las tiraron, con todo el periodo de la construcción y ampliación. Chimeneas mías tiraron cinco, por lo menos. En algunos lugares del resto de España las protegieron por ley y las tenían que dejar. A València llegó la normativa, pero no se hizo como yo esperaba porque todavía se podían tirar las que estuvieran construidas a partir de 1940. Luego me han dicho que eso ha cambiado y, en definitiva, no pueden tirarlas. Son intocables.

¿Cómo ha vivido que las hayan derribado

Mal, muy mal. Pero una de las alegrías que me han dado ha sido que, hace unos días, me llamaron del ayuntamiento para decirme que viniera un día porque era el centenario de la que había constuido mi padre. Fue una alegría muy grande porque es una clase de trabajo muy especial y muy peligroso.

¿Pensó que esta chimenea llegaría al centenario?

Pues no pensaba eso. Lo único es que yo dejé una placa de quién la había construido y los años que hacía cuando dejaron de construir (chimeneas). Porque quedan algunas, pero se han tirado muchas. Yo cada vez que me enteraba o me decían que habían tirado una chimenea de las mías…

¿Era un oficio común?

Yo no he conocido a otros que se dedicaran a esto pero había muy pocas personas porque era una técnica que pasaba de padres a hijos. Solo conozco dos constructores más: uno que vivía en el Camino Real de Madrid y otro en un pueblo pequeño de la provincia. Pero no llegué a saber de más. Incluso mi padre y mi abuelo me hablaban de que solo conocieron una o dos personas más que se dedicaran a la construcción de "fumerals".

¿Cómo se sintió en la ceremonia de reconocimiento por el centenario?

¡Ay, me saltaron las lagrimas! Muy emocionado y contento porque esto lo construyó mi padre muy joven. Él ya había trabajado de ayudante en otras obras con mi abuelo. Pero lo que es hacerla de abajo hasta el final, esta fue la primera.

¿Y usted?

La última que hice yo está en una zona de unifamiliares aquí en Paiporta y la restauré. También queda otra mía en el matadero de València. Quedar quedan algunas y están las fotografía en el museo, pero las hay que después de hacer las fotos las tiraron.