Cambios en el tablero global

Petróleo e influencia económica: las claves de la entrada de países de Oriente Próximo en los BRICS

Aunque los BRICS no pretenden ser una entidad anti-Occidente, el alejamiento de Washington del mundo árabe ha movido a muchos gobiernos de la región a buscar alternativas

El presidente chino, Xi Jinping, y el príncipe saudí Mohammed bin Salman, en una imagen de archivo.

El presidente chino, Xi Jinping, y el príncipe saudí Mohammed bin Salman, en una imagen de archivo. / Reuters

Andrea López-Tomàs

Casi una cuarentena de países querían unirse a los BRICS, el grupo integrado por BrasilRusia, la IndiaChina Sudáfrica. Unos 23 solicitaron formalmente hacerlo, pero solo seis fueron los elegidos en la cumbre de la semana pasada en Johannesburgo. La gran mayoría de ellos se encuentran en la región de Oriente Próximo y el norte de África, sinónimo de petróleo gas. Por eso, muchos analistas, al conocer la lista oficial de invitados, se han atrevido a bromear con que los BRICS deberían llamarse ahora BRICS más OPEP, en referencia a la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Pero, aunque los miembros originales tienen su mirada puesta en las necesidades energéticas del momento, Arabia SaudíIránEgipto Emiratos Árabes Unidos también persiguen sus propios intereses en el seno del grupo.

Aunque los BRICS no pretenden ser una entidad anti-Occidente, el alejamiento de Washington del mundo árabe ha movido a muchos de estos gobiernos a buscar alternativas a su cómodo amparo. Las posiciones de estos nuevos cuatro países son distintas, ya que Arabia Saudí y Emiratos buscan, de alguna forma, equilibrar las relaciones entre el este y el oeste, sin tener que desentenderse del todo de los beneficios de seguir cerca de Estados Unidos. Por su parte, Irán y Egipto, inmersos en crisis económicas de distinto nivel, buscan beneficiarse financieramente. Para regímenes como el saudí y, sobre todo, el iraní, la entrada en el grupo les puede permitir escapar del aislamiento internacional en el que llevan años instalados, sin que sus nuevos amigos pongan sobre la mesa su historial de abusos a los derechos humanos.  

Adiós a Estados Unidos

Emiratos ya ha aceptado la oferta del bloque. Se espera que Irán y Egipto hagan lo propio pronto. Arabia Saudí, sin embargo, todavía está considerando la propuesta, aunque probablemente la acepte. El desencanto con Occidente, encarnado en el distanciamiento estadounidense, es el denominador común para el sí. Los saudís y emiratís son aliados de Washington desde hace mucho tiempo, durante el cual han gozado de amplia protección en esta volátil región. En los últimos años, y sobre todo tras la llegada del presidente Joe Biden a la Casa Blanca, la su su política exterior ha dejado atrás a la región. A este abandono, las monarquías petroleras del Golfo Pérsico se han repuesto con nuevas alianzas, más cercanas a China, la toma de sus propias decisiones en materia energética y un acercamiento histórico a Teherán, enemigo de los estadounidense.

“La membresía del BRICS ofrece un camino para que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos equilibren sus respectivas relaciones con EEUU con sus intereses en profundizar los vínculos económicos con China”, afirma Michelle Grise, investigadora principal de políticas de la corporación RAND a Al Jazeera. Mientras su comercio con India también florece, la ciudad-estado de Dubai ha acogido a decenas de rusos huidos de las sanciones occidentales a su país tras su invasión de Ucrania. Para Irán, “la expansión de los BRICS muestra que el enfoque unilateral está en camino de decaer”, dijo su presidente Ebrahim Raisi según la cadena de televisión iraní Al Alam. Con las segundas mayores reservas de gas del mundo y una cuarta parte de las reservas de petróleo de Oriente Próximo, el régimen de los ayatolás busca fortalecer sus vínculos económicos y políticos con aliados no occidentales.

De alguna forma, extender una invitación a Irán es toda una declaración de intenciones por parte del grupo. A punto de cumplirse el primer aniversario de las protestas multitudinarias causadas por la muerte de la joven Masha Amini y que provocaron una crisis de legitimidad aún por resolver, los BRICS dan al país aislado y sancionado una victoria política clave. En medio del duro peso de las sanciones, Irán ha apoyado los esfuerzos de los BRICS para dejar de depender del dólar estadounidense y así escapar de la dominación estadounidense del sistema financiero global. 

Mitad de la producción de petróleo

A su vez, el mundo notará el impacto de la entrada de estas seis nuevas naciones el próximo año. Los BRICS+ concentran el 46% de la población mundial, el 29,3% del PIB mundial y el 25,1% de las exportaciones mundiales. Pero tal vez lo más destacado sea que cuentan con el 43,1% de la producción mundial de petróleo. “Con estas incorporaciones, los BRICS se han convertido en un bloque con una influencia potencialmente significativa sobre el crudo mundial y los mecanismos financieros con los que se comercializa”, explica Ayham Kamel, jefe del equipo de investigación de Oriente Próximo y Norte de África del Grupo Eurasia, a Al Jazeera. En este camino, los miembros del BRICS han insistido en la importancia de alejarse del dólar para comerciar más fácilmente entre sí utilizando las divisas locales. 

Si los esfuerzos del BRICS+ avanzan, EEUU perdería así su hegemonía, también su capacidad de decidir quién es un paria o no, y, en definitiva, su papel de guardián mundial. Aunque muchos temen que la entrada de nuevos países en el grupo tras trece años de convivencia altere su estabilidad, los países de Oriente Próximo ya están realizando acercamientos paralelos. En el último año, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos han restablecido relaciones con Irán y la cooperación en el seno de la OPEP va en aumento. El nuevo mundo se va perfilando desde el Sur Global. 

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