Casi. La victoria se le escapó al Levante cuando la rozaba con la yema de los dedos. Con ella se fue también la permanencia matemática. Aunque los 39 puntos en la clasificación son una renta más que suficiente, el empate supo a poco después de un partido de más a menos que no supo cerrar. Y eso que lo tuvo muy de cara. Habría sido el merecido premio al propósito de enmienda con el que el equipo jugó en Mendizorroza. Se cortó la racha de cuatro derrotas y hubo continuidad a la mejoría de Balaídos, pero de empezar a saborear la victoria se acabó temiendo por la derrota. Cárdenas, magnífico en todas sus intervenciones, se abalanzó sobre Joselu en el descuento para evitarlo. Fueron nueve minutazos eternos. Un guión inesperado después del doblete de Morales y de haber visto a un equipo reactivado. La revolución continúa en marcha. Está funcionando. Pero la victoria se resiste y eso es un pesado lastre.

Paco López, mejor con el planteamiento que con los cambios, le dio carrete a las novedades. No hubo marcha atrás. Repitió arriba Cantero, esta vez en compañía de Dani Gómez. Y se mantuvo bajo palos Cárdenas, un portero con porcentajes de escándalo al que es un delito tener en el banquillo. En la media, Melero y Malsa le dieron a otro aire al equipo, mientras que De Frutos y Morales por bandas volvieron a saber cómo asociarse. En la lista de damnificados se dieron cita en esta ocasión Vezo y Bardhi, entre otros. También Roger, que no jugó un minuto. El martes viene el Barça, aunque el técnico ya había dejado claro que no estaba pensando en rotaciones. Lo que quería era dar el golpe y finiquitar la permanencia de una vez por todas. Estuvo cerca, pero aún no.

El Levante empezó muy bien. Mejor incluso que contra el Celta, sobre todo con más diente. El balón fluía desde la portería, donde los ataques empezaban a partir de Cárdenas, brillante en el juego de pies, ya fuese colocando en la frontal o encontrando a un compañero libre. Peor le iban las cosas a Pacheco, que reaccionó como pudo a un remate acrobático de Dani Gómez. La ocasión fue el primer aviso de lo que vendría después. Una jugada bien orquestada a raíz de un centro de Miramón que Cantero, otro que sigue cogiendo vuelo en Primera, envenenó peinándolo hacia atrás. Fue un jugadón.

Todo pintaba a favor y, sin embargo, quien marcó fue el Alavés. Culpa otra vez de un error grosero. Lo cometió Róber Pier, sospechoso habitual a la hora de empañar sus virtudes, aunque Miramón tampoco había estado fino antes en el cierre. Otro fallo individual. El central gallego metió la pata, literalmente, intentando controlar un centro de manera absurda. Melero, con las piernas flexionadas, estaba preparado para sacarla de cabeza fácil. Sin embargo, en lugar de acabar en su frente, el balón se quedó muerto en la frontal del área pequeña. Pere Pons lo empaló con un derechazo inapelable. En lugar de un despeje, a Róber le salió una asistencia. En bandeja de plata. Máximo premio para los de Calleja.

Afortunadamente el gol se quedó en una anécdota. El Levante mantuvo el pistón. Y gracias a un doblete de Morales, de nuevo reactivo tras el banquillazo, la remontada llegó antes del descanso. El primero fue soberbio. Un remate perfecto con el que cortar una sequía que se alargaba desde el día después de renovar. Es, ya se sabe, como si solo supiera marcarlos de bella factura. Su toque de primeras, sin dejarla botar, se quedó enganchado en la red. Más plástico imposible, encajado en el micro de ambiente. Precioso.

El mérito de la acción del empate fue compartido con De Frutos, que suma y sigue con ocho asistencias. El desequilibrante extremo se escurrió por banda con una mezcla de pelea, técnica y velocidad. Arrasó a Duarte en la carrera y puso el centro donde tocaba. Siempre diferencial. El siguiente gol, mucho más coral, fue con un disparo cruzado. El Comandante encaró a Pacheco tras una pared de Dani Gómez con Cantero, activo en el origen de los dos tantos. Una contra rápida y de pocos toques que recordó a las de los mejores días. Tan desquiciado acabó el Alavés que Jota, uno que en su día estuvo en la órbita, perdió los nervios con Sergio Postigo con una bronca fuera de tono camino de los vestuarios.

Con el resultado a favor, Paco López movió ficha antes de la hora de partido. Un cambio fue obligado por la lesión nuevamente de Postigo. El otro, muy llamativo, implicó el adiós de Morales tras 55 minutos gloriosos. Quedó claro que es mucho mejor cuando juega con suficiente oxígeno. Sin embargo, pese a los mensajes desde el banquillo, el Levante no acabó de plantar el pie con seguridad en el campo. Se aprovechó el Alavés, que tuvo su mejor ocasión en las botas de Joselu. Lucas Pérez disparó una falta que noqueó a Melero y el balón, como en el 1-0, volvió a mecerse en el área pequeña. Cárdenas reaccionó rápido para tapar hueco y el remate se fue a las nubes.

Fue el peor dato de un Levante un tanto especulativo, entregado a la contra y sin oportunidades salvo la que se le escapó a Bardhi. Al macedonio, demasiado lento, se le hizo de noche en el área tras un balón al espacio. Habría sido la sentencia. Paco volvió a meter mano y dejó a De Frutos solo en ataque para el último tramo, con tres centrales y una media afilada con Doukouré y Malsa. Tampoco funcionó. Cárdenas llegó a un cabezazo de Joselu a centro del exgranota Deyverson pero, tal y como confirmó el VAR, su manopla impacto con el balón cuando este ya había rebasado la línea de gol. El delantero babazorro, que le ganó el salto a Róber, se desquitó así de su error al principio del segundo acto. En un descuento inacabable, Cárdenas salvó al equipo de una derrota con la que flirteó en exceso. La permanencia es más virtual que nunca. Pero no matemática.