El gobierno de Dénia (el PP está en minoría) sabe que ahora es el peor momento para enzarzarse en debates vecinales. Pero el conflicto del aparcamiento en el barrio de les Roques, que ha dividido a los vecinos, no ha tenido por parte del ayuntamiento una solución salomónica. Han ganado los coches, es decir, los vecinos partidarios de seguir aparcando en calles estrechísimas como la de la Santíssima Trinitat, donde ahora apenas puede pasar un vehículo. Una ambulancia se quedaría atascada.
Los otros vecinos, los que querían ganar en calidad de vida y seguridad y disfrutar de un centro histórico sin coches, han visto como el consistorio ha preferido revisar su propia ordenanza de tráfico antes que mover los coches. Ha cambiado su normativa para que, en el centro histórico, en cuestión de coches, nada cambie.
Desde ayer, que fue cuando se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia, está en vigor la suspensión de dos artículos de la ordenanza municipal de tráfico. Son los que aluden a que sólo se permitirá aparcar en las calles cuando se deje «una anchura para la circulación no inferior a tres metros». En la calle Santíssima Sang, en pleno corazón de les Roques, con los coches estacionados, la calzada queda constreñida a algo más de dos metros. De ahí que no sea extraño que los vehículos se suban a la acera (y eso que hay un buen bordillo) o que pasen tan pegados a los coches aparcados que golpeen sus retrovisores.
La suspensión de esos dos artículos de la ordenanza no es para siempre. Estará vigente durante 6 meses. El gobierno del PP gana tiempo. Mientras, se deberá realizar un estudio sobre el estacionamiento en la ciudad. Tarde o temprano, el centro histórico debe ir desembarazándose de coches. Además, el nuevo Plan Estructural, que ahora está en su segunda exposición pública, prevé avanzar en la peatonalización y, para ello, plantea crear grandes bolsas de aparcamiento en el extrarradio. Pero, tras la experiencia de les Roques, ese debate parece un poco prematuro. Dénia va al revés del mundo.
