Las mujeres de Jesús Pobre han colgado los mandiles de los balcones. El llamamiento lo hizo la asociación de vecinos del pueblo. Quería hacer visible el trabajo doméstico, en el que las mujeres siguen llevando el peso, y convertir en gesto de rebeldía esa acción de sacar los delantales. Las mujeres han respondido masivamente. En Jesús Pobre, un referente de la agricultura ecológica y el desarrollo rural sostenible, el feminismo también gana fuerza. El pueblo quiere impulsar una ruralidad equitativa. En el Mercat del Riurau, el espacio que simboliza la soberanía alimentaria en clave local, mujeres y hombres comparten tareas. Todos son agricultores. Todos son vendedores. Y en las casas las cosas también cambian. La revolución y los grandes cambios se gestan en los pequeños pueblos.