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«Plastifican» tramos del río Gorgos para erradicar las cañas invasoras

La CHJ pone a prueba en Benigembla y Alcalalí la técnica de la solarización, que frena la expansión del cañaveral al destruir de raíz la gramínea - La «Arundo donax» es una de las especies exóticas más dañinas

«Plastifican» tramos del río Gorgos para erradicar las cañas invasoras

Una alfombra de plástico que funciona en plan caballo de Atila, que donde pisaba no volvía a crecer la hierba. Pero esta vez la guerra es contra las cañas invasoras. Y el plástico, denostado por contaminar ríos y mares, se convierte en un inesperado aliado.

La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que día sí y día también recibe solicitudes de los ayuntamientos de la Marina Alta para desbrozar las cañas que invaden el lecho de los ríos Gorgos y Girona, ha empezado a experimentar con una técnica, la de la solarización, que frena en seco la expansión de la Arundo donax.

No es una técnica que pase desapercibida. Consiste en cubrir el ribazo y parte del lecho del río con telas de plástico negro, que se grapan al suelo. La CHJ ya ha colocado esa alfombra sintética en tramos del Gorgos en Benigembla y Alcalalí.

La solarización se ha aplicado con éxito en el río Segura. La temperatura se dispara en el suelo cubierto de plástico. En días de verano de máxima insolación, se alcanzan los sesenta grados. El calor abrasa y aniquila los rizomas subterráneos de las cañas. Es, de momento, la única técnica efectiva para erradicar el cañaveral.

Hasta ahora los cauces se desbrozaban, pero las cañas resurgían en pocos meses y desplazaban a especies autóctonas de los bosques de ribera. La Arundo donax, originaria de Asia y que figura en la lista de «las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo», debilita la biodiversidad de los ecosistemas fluviales. Ni siquiera los incendios en los cauces secos de los ríos acaban con las cañas. Arden rápido, pero luego rebrotan con más fuerza.

La solarización es el primer paso para rescatar la riqueza vegetal de los ríos de la Marina Alta. Luego se reforestarán con especies de ribera (álamos, tarays, olmos, fresnos, almeces o sauces).

La aversión a esta gramínea exótica e invasora creció con la riada de octubre de 2007. La crecida arrancó y arrastró gran cantidad de cañas que dificultaron que el agua corriera libre en los puentes y acrecentó el efecto destructivo de aquel catastrófico episodio de lluvias torrenciales. Desde entonces, los ayuntamientos de la cuenca del Gorgos y el Girona ponen el grito en el cielo cuando el cañaveral se apodera totalmente de los ríos y barrancos. Instan reiteradamente a la CHJ a que corte el bosque de tallos.

Ahora se quiere acabar con el problema de raíz. Eso sí, la imagen de tramos del río «plastificados» llama la atención. Bajo la alfombra negra, el suelo se convierte en una caldera. Presumiblemente, ya no volverá a crecer ni una caña. Como el caballo de Atila.

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