La revolución feminista está en la calle. Literal. Urge desmontar los espacios urbanos construidos desde el «androcentrismo» y repensarlos desde una perspectiva de género e inclusiva que genere calles, plazas y pueblos «más comprometidos, diversos y seguros».

El Poble Nou de Benitatxell está en ello. Ana Arbona Bolufer, experta en urbanismo feminista, ha presentado esta misma semana en el Centro Social su proyecto «Benitatxell: arquitecturas de género desapercibidas». «No es necesario realizar un plan de regeneración de todo el pueblo. Con pequeñas acciones, destinadas a recuperar espacios públicos, avanzaríamos mucho en igualdad», afirma la arquitecta.

Arbona analizó en su trabajo de fin de grado de arquitectura la plaza de Alfonso Castelao, en Buenos Aires (Argentina). Puso el foco en un urbanismo ideado por hombres que no cuenta ni con las personas más vulnerables ni con los colectivos desfavorecidos ni con las mujeres. Ahora ha extrapolado ese modelo de análisis a su pueblo, el Poble Nou de Benitatxell, pero con matices. «Es evidente que cambia la percepción de la seguridad. Allí, en Buenos Aires, para mi todo era nuevo. En cambio, en mi pueblo, todo me resulta familiar. La mirada es distinta».

La primera discriminación está en el callejero. Salta a la vista. Arbona precisa que el único nombre de mujer es el de Santa María Magdalena. Así se llaman el colegio y la escuela de música. Luego, en la Plaça dels Mestres se incluye a una profesora. La experta insta a dedicar calles a mujeres que sean «referentes socioculturales».

Otro problema es el de las estrechas aceras del centro urbano. Además, en esas calles mandan los coches. Arbona recuerda que los usuarios mayoritarios de esas aceras son mujeres, muchas de avanzada edad, que mantienen la costumbre de ir a comprar al Mercat o a comercios como la panadería. Apunta también que suele ocurrir que las madres que llevan carritos de bebé tengan que bajar a la calzada.

Zonas a oscuras

«Sí, es una realidad que el coche manda. Hay más espacios para automóviles que zonas verdes», indica la arquitecta, que subraya que otra «barrera» para el uso público del espacio urbano es la falta de alumbrado. «Hay zonas que están oscuras y que las mujeres evitan».

La experta aboga por reforzar el uso público y colectivo de la calle. «Una costumbre que se ha perdido y que debería recuperarse es el de sacar por las noches las sillas a la calle y conversar, lo que llamamos vetllar. Se hace comunidad».

También, apunta, faltan bancos en las calles y parques. Reivindica que se cree un mobiliario urbano que anime a socializar y a recuperar la calle no sólo como lugar de paso (el coche), sino como espacio de relación e integración.

Ana Arbona destaca que ya es un paso importante iniciar el debate sobre el urbanismo con perspectiva de género. El actual gobierno local, de Més Benitatxell, está demostrando su sensibilidad con esa visión diversa e igualitaria del pueblo. Impulsa proyectos de regeneración urbana que avanzan en accesibilidad y en aprovechar el valor paisajístico de Benitatxell, un pueblo que se asoma a horizontes de viñas y mar.