Las torres de apartamentos y los hoteles refulgen como una antorcha en Calp. Los vecinos tienen que dormir con las persianas bajadas y las cortinas echadas. Ya no es que el ruido se cuele por las rendijas. Es la luz. Calp es un pueblo intenso (en lo lumínico). Los vecinos ya han advertido al ayuntamiento de que es urgente poner freno a tanto deslumbramiento. Por la noche, desde la falda del Penyal d’Ifac, el municipio brilla con luz propia. Un topicazo, vale. Pero tanta luz desvela.

Al ayuntamiento se le ha encendido la bombilla. Ha empezado a redactar una ordenanza que contemple medidas de prevención y reducción de la contaminación lumínica. Conviene en que las luces se han convertido en un excesivo elemento decorativo y publicitario en algunos inmuebles y actividades.

El consistorio subraya que esta normativa municipal será novedosa, ya que «existe escasa legislación a nivel estatal y autonómico». Precisa que solo hace referencia a la contaminación lumínica la disposición adicional cuarta de la Ley de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera.

El ayuntamiento ha iniciado una consulta pública para que los vecinos puedan aportar sugerencias y opinar sobre el empacho de luz.