Un rescate en una cala, la del Moraig, que presentaba la dificultad de los operativos en montaña y de espeleología. Los socorristas del servicio municipal de playas del Poble Nou de Benitatxell, servicio que opera SVS (Sociedad de Vigilancia y Salvamento), se enfrentaron ayer a una emergencia del todo inesperada. Sobre las 16.30 horas, mientras estaban desalojando a los bañistas que se hallaban en la Cova dels Arcs (había bandera amarilla y allí se habían formado fuertes corrientes), escucharon gritos de auxilio. Una persona estaba atrapada. El acceso era complicado. Se entraba por una angosta galería de unos dos metros de longitud y se llegaba a un punto donde en el resbaladizo suelo se abría una poza de entre 4 y 6 metros de profundidad. Allá abajo, se mantenía a flote ya agotado y muy nervioso, un varón de 35 años. Pedía desesperado que lo sacaran. No podía siquiera agarrarse a las verticales paredes, húmedas y sin salientes.

Los socorristas avisaron de inmediato al 112. Al mismo tiempo, lanzaron medios de flotabilidad al hombre. Estaba exhausto y los propios nervios le minaban las pocas fuerzas que le quedaban.

Los socorristas tenían que actuar rápido. Utilizaron cuerdas, mosquetones y un arnés, material habitual en los rescates de montaña, para sacar al hombre. Lo izaron a pulso, pero sirviéndose de las rocas para crear un sistema de poleas que les permitiera ir elevando al atrapado. Otra dificultad añadida era que esta estrecha gruta y la poza están sumidas en la más completa oscuridad.

Los socorristas lograron rescatar al bañista. Mientras, llegaron patrullas de la Policía Local, de la Guardia Civil y de Protección Civil del Poble Nou de Benitatxell. Los bomberos y Salvamento Marítimo ya estaban de camino para incorporarse al rescate; al final, no fue necesaria su intervención.

El hombre fue llevado al módulo de socorro de la cala del Moraig. La sanitaria de SVS lo examinó. Presentaba algunas heridas que se había hecho al cortarse con las rocas. Aparte de estar exhausto, su estado de salud era bueno.

La Cova dels Arcs, que se halla junto a la Falla del Moraig, tiene una caprichosa geomorfología. Aquí desemboca el río subterráneo del Riu Blanc, al que solo deben acceder expertos espeleobuceadores.