«El mar es nuestra vida. ¡Cómo no lo vamos a cuidar!». Lo dice Pepe Serrat Soliveres, de 34 años. Es junto a José Serrat Muñoz, de 53, uno de los últimos pescadores de una estirpe, la de los «tresmallers» de Xàbia. Ambos identifican perfectamente los problemas de esta pesca artesanal y sostenible que agoniza. En Xàbia ya solo quedan tres barcas de «tresmall» y una, la de José Serrat, está a la venta. «Mi abuelo y mi padre se dedicaron al ‘tresmall’. Yo he mamado el mar. Sin embargo, no quiero que mi hijo se arrime al muelle. Es un oficio muy duro y ahora mismo salir al mar es una ruina. No da para sacar adelante a una familia».

Pepe Serrat entra con su barca en la dársena de Xàbia

Estos dos marineros se declaran cansados de que se idealice la pesca. «Tenemos que pelear contra mil trabas. Además, el modelo turístico que se ha impuesto desprecia a la pesca. Y, sin embargo, sin nosotros se pierde la identidad turística y gastronómica. Es una gran contradicción», advierte Pepe.

El «tresmall» es un arte pasivo y una de las modalidades más antiguas de pesca. No provoca ningún daño en el fondo marino. Las redes se calan en «les barbades», la franja costera donde acaba la arena y comienza la roca. Y ese tramo litoral está muy concurrido. El turismo náutico (embarcaciones de recreo, kayaks, artefactos flotantes, buceadores...) invade estos caladeros. «A partir de abril, resulta muy difícil trabajar. Nos rompen las redes. Se nos echan encima a tomarnos fotografías. Antes se respetaba a los marineros; ahora molestamos», lamenta José Serrat.

José Serrat y Pepe Serrat, dos de los últimos "tresmallers" de Xàbia

Pepe añade que incluso han tenido que cambiar de caladero por la presión náutica, un poderoso negocio que también arrincona a la pesca en el puerto. Los amarres deportivos le comen espacio al muelle pesquero. Los marineros denuncian que ya ni pueden extender ni remendar las redes en las zonas portuarias.

Otra gran amenaza para el «tresmall» es la pesca furtiva. «Va a más. Acudimos a la Guardia Civil y nos dicen que no tienen medios», señala Pepe Serrat, que subraya que son los furtivos los que esquilman la fauna marina. Y recalca que este problema se acabaría pronto si los hosteleros que se aprovechan de ese mercado clandestino se convencieran de que deben apostar por la pesca sostenible y artesanal. Pepe apunta que un valor añadido para los restaurantes sería incluir en sus cartas la procedencia del pescado e incluso el nombre de la barca que ha realizado la captura.

Les Balears, el ejemplo de que la pesca puede resurgir

Los «tresmallers» de Xàbia miran con envidia sana a les Balears. Allí ha resurgido la pesca y las especies se han recuperado. Además, se ha superado uno de los grandes problemas, el de la falta de relevo generacional. «Sí, los jóvenes están volviendo a la pesca. Ven un futuro. Un marinero puede tener allí un sueldo fijo de 9.000 euros en tres meses, que es lo que a lo mejor puedo llegar a ganar yo en todo un año».

«Otra gran incoherencia es que nosotros no podemos capturar meros, que es una de las especies más valiosas, de menos de 50 centímetros y de un kilo y medio. Y estamos de acuerdo totalmente con esa regulación. Pero luego en algunas pescaderías están vendiendo meros pequeños capturados en Marruecos», denuncia Pepe Serrat, que asegura que los «tresmallers» no quieren mendigar ayudas, sino «que nos dejen trabajar y que se valore que la pesca artesanal es la columna vertebral del turismo y la gastronomía de Xàbia».