El club social de Ricardo Bofill, ruina y basura en un símbolo turístico de Calp

El ayuntamiento no logra salvar del deterioro una de las construcciones más singulares de su litoral

Tramos de la escalinata de piedra y de la fachada que da al mar que el mar ha demolido.

Tramos de la escalinata de piedra y de la fachada que da al mar que el mar ha demolido. / alfons padilla. calp

alfons padilla. calp

En la ruta de los fiascos turísticos de la Marina Alta, el club social de la Manzanera es visita obligada. Esta construcción, una genialidad de Ricardo Bofill que en los años 70 vivió su esplendor, es una ruina. Ahora, en verano, se hace allí botellón. La basura es el rastro de la juerga.

El club social de Ricardo Bofill, ruina y basura en un símbolo turístico de Calp

Basura acumulada en un rincón del edificio / alfons padilla. calp

Bofill dejó un legado soberbio. Ensayó en la Muralla Roja o el Xanadú su arquitectura social, utópica y pionera en la integración en el paisaje. Su arquitectura hace paisaje. El club social es un borrón. Sigue siendo una construcción magnética. Acuden decenas de turistas a tomarse fotografías en esa galería de grandes óculos desde la que se atisba el Penyal d’Ifac. Pero poco queda del símbolo turístico que fue.

El club social de Ricardo Bofill, ruina y basura en un símbolo turístico de Calp

En los años 70, fue un efervescente club donde acudía la bohemia europea / alfons padilla. calp

En aquellos años 70, cuando el arquitecto catalán arrastró a Calp a una bohemia intelectual, «bon vivant» y creativa, el Club Social era una suerte de pétreo barco. Dentro, observando el ondulante mar, parecía que el edificio navegaba.

Calp conmemora ahora «el año Bofill». Se cumplen 50 años de la construcción de la Muralla Roja. No todo son luces. El club social es una ruina. Sufre un deterioro imparable. La escalinata sur está destruida. La fachada que da al mar se halla socavada y ha sufrido derrumbes. La estructura del edificio es sólida, pétrea. Aguanta. Pero el abandono es una piqueta lenta e implacable.

El ayuntamiento insiste en que quiere rehabilitar el club social, que está dentro del dominio público marítimo terrestre. Logró una concesión de Costas, pero está supeditada a que se rehabilite el edificio y se le dé un uso cultural y social. Sin embargo, los permisos no llegan. Es urgente garantizar que no se dañarán hábitats naturales protegidos. Las obras deben ser muy escrupulosas.

El club social es un símbolo turístico y arquitectónico, un símbolo también de que nada está a salvo de la ruina.