TRIBUNA

Llíber se equivoca

Los autores advierten de que el PAI de casi 500 viviendas es "un golpe de muerte para la Vall del Pop y el resto de la comarca"

La Vall de Pop y el Pla de Llíber forman una unidad homogénea de paisaje

La Vall de Pop y el Pla de Llíber forman una unidad homogénea de paisaje / A. P. F.

José Vicente Sánchez Cabrera, profesor de Geografía de la Universitat de València, y Francisco Femenia Serra, profesor de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid

Este pequeño pueblo del interior de la Marina Alta renuncia a la vía rural y del turismo sostenible, más propia de la Vall del Pop, y decide tomar el camino recto del urbanismo masivo con la macrourbanización que desarrollará el PAI Medina. Parece que el Ayuntamiento de Llíber no aprendió la lección del “Caso Parcent”, y le parece “de categoría” las urbanizaciones que ya alicataron en su día parte de las montañas de Xaló y Alcalalí.

Llíber es la puerta de entrada a este territorio desde los municipios litorales de la Marina Alta. Se puede decir que el desarrollo del PAI Medina Llíber es un golpe de muerte para la Vall del Pop y el resto de la comarca. Compromete la sostenibilidad social, económica y medioambiental de este territorio. Asustan las manchas de suelo urbanizable que existen en algunos lugares de este valle. Si se aplicaran hoy los criterios de la Estrategia Territorial de la Comunitat Valenciana, aprobada en 2011, el desarrollo del programa urbanístico tampoco tendría cabida. Pero ya parece tarde. Salvar el territorio se fía a la iniciativa de una plataforma ciudadana y a unos municipios vecinos que siguen pensando cómo torpedear la aventura de su vecino díscolo.

Es lo que hay. Se asiste en vivo a una política de hechos consumados. Medina Llíber se abre paso gracias a una generosísima aplicación de unas Normas Subsidiarias de planeamiento que es, a todas luces, una broma de muy mal gusto. El PAI Medina Lliber se acoge a una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) emitida por la Generalitat que huele a podrido, auspiciada en aquellas homologaciones de planeamiento que movían ingentes cantidades de suelo que se descolgaban de los núcleos de población tradicionales. Óperas del gusto del conseller convicto Rafael Blasco o del ya fallecido García Antón. Pero Llíber se echa al monte, nunca mejor dicho, e inicia unas obras de enormes dimensiones (recordemos que se prevé la construcción de casi 500 chalés) sin contar con los recursos hídricos necesarios, todo ello bajo el escenario dramático del cambio climático. Por si fuera poco, ya se han abierto caminos usando maquinaria pesada y se está arrasando con la masa forestal, desafiando de esta manera el riesgo de incendio, que ha sido elevado en numerosos días de este otoño.

La broma de seguir adelante con las obras nos puede salir muy caro a todas y todos. Si la cuestión llega a los juzgados, las arcas del pueblo podrían estar en jaque ante una posible sentencia por responsabilidad patrimonial. La factura la pagarían los habitantes de Lliber. Pero aquí paz y allí gloria. Seguramente el delito contra el territorio no verá la luz, mientras el resto de la ciudadanía pagaremos la cuenta global de la fiesta. “Bienvenidos a la fiesta del ladrillo”, que vuelve para arrebatarnos un paisaje común y querido por todos, el de la Vall de Pop. Un paisaje amenazado y condenado si no obra un auténtico milagro.