Una senda y una zona verde, cerradas en el litoral del Portitxol de Xàbia

El ayuntamiento envía dos oficios al propietario de un chalé de lujo para exigirle que abra el acceso a la costa y ceda los 7.300 m2 de terrenos públicos

La valla y la puerta de metal que cierran el paso a la senda litoral. | A. P. F.

La valla y la puerta de metal que cierran el paso a la senda litoral. | A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Los acantilados entre la cala del Francés y la de la Sardinera de Xàbia se han convertido en la última década en un pedestal para los chalés de lujo de modernísima arquitectura. Las obras del último se terminaron hace unos meses. Donde antes había una casa que remedaba una iglesia gótica, que se demolió en abril de 2017, se alza ahora un imponente chalé que por las noches refulge como una antorcha (tiene una iluminación potentísima). Está sobre el acantilado de la Llobatera. El ayuntamiento aprobó este PAI a finales de 2016. Abraza nada menos que 21.457 metros cuadrados de litoral del Portitxol.

El convenio entre el consistorio y el propietario establecía que las obras de urbanización, que incluyen la apertura de una senda litoral y la cesión de una zona verde de más de 7.300 metros cuadrados, debían acabarse a los once meses de aprobarse el proyecto de reparcelación. Los vecinos advierten de que han pasado cuatro años y este acceso imprescindible al litoral (no hay otro en el gran trecho entre la cala del Francés y la Creu del Portitxol) sigue cerrado. Y el cierre es muy aparatoso. Hay una puerta de metal y, ante ella, una valla. También se ha colocado un cartel de «prohibido el paso».

Los vecinos de la calle l’Illa, que es donde está este nuevo chalé de lujo, han presentado un escrito al ayuntamiento. Le trasladan dos cuestiones. Advierten de que el propietario está plantando en la zona ajardinada de la calle árboles que exceden la altura estipulada en el programa urbanístico. Interpretan que el dueño del chalé quiere levantar una «barrera» con el mundo. Estos vecinos se han asomado a la senda y aseguran que es un pasillo entre tupidos árboles que impedirán que quienes paseen por aquí puedan contemplar el mar y el bello paisaje litoral. La otra cuestión que plantean al ayuntamiento es la de que la senda y la zona verde siguen cerradas a cal y canto. Los vecinos precisan que el propietario del nuevo chalé ha incumplido la obligación de entregarlas al ayuntamiento en el plazo de once meses.

El consistorio les ha contestado. Asevera que ha enviado dos oficios al dueño. En uno le exige que se ajuste «estrictamente» a lo que establece el proyecto urbanístico en lo que toca a la altura, número y especies de árboles y al alumbrado. También le obliga a retirar ya la puerta de metal que bloquea el paso a esta costa. En el otro oficio, el ayuntamiento le insta a que «proceda a la inmediata finalización y entrega de las obras de urbanización».

Contraste urbanístico

En este tramo del litoral del Portitxol se ha producido en los últimos años un llamativo contraste. Los chalés de segunda línea mantienen la arquitectura tradicional de cubiertas de teja y porches que imitan los riuraus. Responden a la construcción vernácula cuyo gran exponente es la histórica casa de los Lambert de la cala del Francés (la construyó en 1921 el artista André Lambert). Sin embargo, en la primera línea, en el tramo que corona los acantilados, se han levantado modernísimos chalés de hormigón. En la calle l’Illa, ese efecto se ve muy claramente. Las viviendas tradicionales están en el lado de calle de la segunda línea. Mientras, los chalés de vanguardia y de arquitectura aparatosa y descontextualizada ocupan el extremo que da al mar. Esas viviendas rabiosamente nuevas se han apoderado del pedestal de los acantilados.