No llovía tan poco en la Comunitat Valenciana desde hace 150 años, lo cual supone un récord de proporciones verdaderamente históricas. Esta circunstancia, combinada con la preponderancia de las elevadas temperaturas que han marcado el desarrollo del invierno, ha tenido y sigue teniendo efectos desastrosos sobre la práctica totalidad de los cultivos.

El grave problema que la ausencia continuada de lluvias y el calor persistente están generando en la agricultura y la ganadería valencianas está pasando un tanto desapercibido ante lo opinión pública, no así entre quienes lo sufren cada día. En la citricultura, por citar sólo el caso más extremo y notorio, las pérdidas acumuladas por la incidencia del «rajado», la «clareta» y los bajos calibres superan holgadamente los 200 millones de euros, pero tampoco escapan las hortalizas y no son del todo halagüeñas las perspectivas que se ciernen sobre los frutales de verano, los almendros o la viña, todos ellos amenazados por la falta de agua o de horas de frío. Y eso por no mencionar el sobrecoste de 40 millones de euros al que han tenido que hacer frente los regantes para contrarrestar la ausencia de precipitaciones o la caída de la demanda en los mercados europeos como consecuencia del aumento de la temperatura o los gastos adicionales en alimentación que sufragan los ganaderos por la escasez de pastos,

Ante semejante panorama es preciso pasar a la acción. Por eso, esta misma semana AVA-Asaja ha remitido una carta a todos los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana en la que solicita al pleno que apruebe una moción, que se trasladará a los ministerio de Ecomomía, Hacienda y Agricultura, así como a Presidencia de la Generalitat, y en la que reclama rebaja de módulos para los afectados por estas adversidades climáticas, la exención del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) rústico y la puesta en marcha de un plan de créditos bonificados. A pesar de las dificultades, la capacidad del sector primario para generar economía ejerciendo como motor principal de muchas actividades afines que proporcionan empleo y riqueza es bien conocida. A la hora de sacar pecho, a los políticos les gusta proclamar la potencia estratégica que tiene la agroalimentación. Pues bien, a la vista de las circunstancias, ha llegado el momento de demostrar con hechos el grado de compromiso que se está dispuesto a asumir para que este sector pueda seguir impulsando el crecimiento económico. Que buena falta hace.