Comer unas olivas estuvo a punto de costarle la vida. Fue por una alergia alimenticia que desconocía y que le provocó un brote anafiláctico en plena Sierra Calderona. «Era cuestión de minutos que muriera, porque se me bloqueó la traquea y no podía respirar», relata a Levante-EMV este hombre de 51 años, que participaba junto a otras 120 personas en la romería de unos 13 kilómetros promovida por los clavarios de Sant Francesc de Náquera, entre esta localidad del Camp de Túria y el monasterio de Sant Esperit en Gilet.

Aproximadamente a mitad de este recorrido por caminos forestales, sobre las 10 horas, el hombre sufrió un brote que hizo temer lo peor hasta que la rápida reacción de los voluntarios de Protección Civil permitió llevarle hasta un punto en el que ya esperaba una ambulancia, donde le estabilizaron y le trasladaron al Hospital de Sagunt.

«Le debo la vida», apunta agradecido este hombre en referencia a la persona que primero coordinó el auxilio del vehículo medicalizado y posteriormente le llevó hasta la salvación, para la que apenas fue necesaria una inyección, ya que media hora después estaba recuperado.

Ésta no era la primera vez que le ocurría un episodio grave de este tipo, ya que, de hecho, durante los últimos tres años le han detectado más de una treintena de alergias alimenticias, que en varios casos ha descubierto por las malas después de una crisis. La diferencia en esta ocasión es que no había tomado la precaución de llevarse ningún medicamento y el brote le sobrevino lejos de cualquier servicio sanitario. Afortunadamente estaba cerca su ángel de la guarda en forma de los voluntarios de la Protección Civil de Náquera.

Todo se quedó en un susto

De esta forma, la experiencia no pasó de un «susto», que no evitó que la romería siguiera su programa, que condujo a los participantes hasta el monasterio de Sant Esperit, desde donde, después de una multitudinaria misa, volvieron en autobús hasta Náquera para disfrutar del fin de fiesta en torno a las ollas.