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Valencia y la música

El diario New York Times, que últimamente se ha hecho eco de algunos acontecimientos que se han producido en Valencia, vuelve en su edición digital a ponernos su mirada. La excusa es la tradición musical de este ciudad que, según asegura el diario, es nuestro corazón. En el artículo hace referencia al acervo de las sociedades musicales, el aprendizaje de los niños en «jotas y boleros» -ahí se ha balanceado-, pero también en nuestro interés por abordar Mozart o Stravinsky. Habla del Palau de les Arts, cómo no, el de la Música, de los muchos conservatorios que tenemos, e incluso cita a los dos clubes de jazz de referencia: Jimmy Glass y Café de las Mercedes. Pero la excusa de esta mirada ha sido Berklee, cuyo deán académico, Brian Cole, dice que el área es una completa población volcada en la música. Así nos ven desde fuera, o esa es su impresión. Y no se puede negar. Sin embargo, también tenemos nuestras contradicciones. Siendo Valencia como es cuna de la música, según el NYT, sorprende que siendo ayer el Día de la Música apenas tuviera presencia en la ciudad salvo raras excepciones de carácter privado. Lo público pasó de largo. Ninguna institución quiso sumarse a la efeméride. El año pasado el ayuntamiento sí llenó algunos rincones de la ciudad de conciertos y actividades, pero este año ha decidido pasar. Debe de ser por cuestiones de carácter económico, pero nadie se hubiera negado a colaborar a poco que se lo hubieran propuesto. Llenar la calle de músicos no hubiera sido nada difícil, pero es nuestro sino.

Canarias es el nuevo Eldorado del cine, titula otro diario. ¿Por qué? Pues porque aplica un régimen de exención fiscal del 38%. Según los productores españoles, España ha perdido en los últimos diez años el 80 % de los proyectos de rodaje potenciales por no tener una línea fiscal seductora. En Francia la exención fiscal llega hasta el 30 %; en Irlanda, al 28 %. Brasil ofrece hasta un 100 %. Aquí se trata de recaudar para pagar lo que se han gastado. Nosotros teníamos/tenemos una Ciudad del Cine que nos costó 370 millones de euros y daba cierta marcha a algunas productoras, movía determinado mercado técnico y, sobre todo, animaba la economía de Alicante. Al menos eso nos decían. También se pagaban subvenciones públicas por su uso. Ahora está cerrada y sigue sin comprador que la quiera. O estará esperando que se la pongan a precio de ganga. Seguro.

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