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España descubrió que tenía Plan B

Las teorías futbolísticas no son eternas. Cada una puede tener alternativa diferente. El tiqui-taca obligaba al plan B cada vez que se estancaba el ataque, aunque no se recurría al mismo. Contra Holanda y Chile se perdieron los papeles y no se sabe a qué se jugó. Contra Australia, la solución fue recurrir al fútbol sencillo, al de toda la vida, al de entrada por las bandas. Con Juanfran y Jordi Alba, la Roja atacó con más peligro en medio tiempo que en los dos encuentros anteriores. Por los extremos llegaron los dos primeros goles. No hizo falta recurrir al estomagante pasecito corto y al trotecito lento.

La Roja, que esta vez vistió de catafalco y oro, en lugar de celebrar el entierro mundialista trató de despedirse con salida en hombros. No merecía tal homenaje porque Australia tampoco es para ganar currículo, pero a fin de cuentas se venció y se demostró que había Plan B.

Villa y Torres pusieron de manifiesto que también es válido el nueve auténtico. Mata remató la función y se salió de Brasil sin la imagen de la derrota y humillación de los dos primeros encuentros. Los dos delanteros acreditados como tales en Eurocopas y Mundiales mantuvieron su crédito. Fue lamentable que después de marcar el primer tanto, Del Bosque relevara a Villa que se despedía de la selección. Su gesto en el banquillo delató su disgusto. Confieso que como espectador me solidaricé con él. No merecía este final.

Juanfran había hecho méritos para ser titular, pero Del Bosque no lo creyó oportuno. Jordi Alba llegó al Mundial recién salido de una lesión y consecuente inactividad y ante los australianos recobró la velocidad de la que había carecido en las dos derrotas. El tiempo, los entrenamientos y los partidos le han llevado a recuperar parte de sus virtudes. En una de sus entradas estuvo a punto de marcar. Juanfran estuvo siempre presto a correr por su zona. Bastó que en una de las ocasiones lo viera Iniesta y el pase del crevillentino acabó con el gol de Villa. El Guaje, que en teoría se despedía, consiguió su gol 59 para aumentar su cifra de delantero eficaz.

El equipo español jugó con más fe. Con mayor rapidez. Se buscó el contragolpe con frecuencia y especialmente por la banda izquierda se dejó en evidencia a la zaga adversaria, mejor defendida por los dos centrales que por los laterales. A España no le pesó la presión de los contrarios. Los jugadores tuvieron más desparpajo para superar a su marcador. Se atrevieron más en el uno contra uno, guardaron mejor la pelota y la poseyeron sin necesidad de rifarla.

La selección salvó el honor. No acabó cuarta del grupo. Escaso rédito para equipo que ha sido ejemplar en medio mundo.

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