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Montoro llegó, vio y venció

Aterrizó Cristóbal Montoro y nos hemos quedado igual que estábamos. O sea una especie de remedo de la mítica película Bienvenido Mister Marshall. El superministro llegó, vio y venció. Como estaba previsto, dicho sea de paso. Nadie le arrancó ni una mísera promesa ni le puso en apuros. Nadie le tosió. Unos, la Generalitat, porque a estas alturas de la corrida no están para exigir nada. No lo hicieron antes y no lo van a hacer ahora a poco más de tres meses de las elecciones. Miren, si no, la frase del conseller de Economía, Máximo Buch, al calificar la visita de muy positiva porque Montoro había reconocido que la Comunitat Valenciana estaba infrafinanciada. Solo faltaba que dijera lo contrario. Si hasta ahora no ha movido un dedo para solucionar el problema es porque sabe que pisa un tapiz de murta y de rosas finas.

Los otros, los empresarios, como se esperaba, tampoco han alzado la voz. Desde julio esperando la visita de amo de los dineros, lanzándole toda suerte de exabruptos, alguno incluso incitando a que se le entregaran las llaves de la Comunitat, y ya ven: cuando llega el momento de echarle en cara una lista interminable de agravios y afrentas, ni mú, sumisos gatitos, no sea que el poder central se enfade, como Pichi, ese chulo castizo que castiga. Es lo que hay, o sea nada.

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