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Kirkeby y la desvergüenza

El IVAM ha sido en apenas unos días noticia múltiple por diferentes motivos. El domingo abría sus puertas durante unas horas con un desayuno popular y una reivindicación familiar y social el solar trasero del edificio donde debía haberse realizado la ampliación del museo e iba a convertirse en una gran plaza pública. El martes este diario publicaba el lamentable estado en el que se encuentra la construcción que el danés Per Kirkeby, uno de los grandes artistas contemporáneos europeos, realizó en el cauce del Turia a escasos metros del Centro Julio González, usado desde hace muchos años como servicio público. El mismo martes el Centre del Carmen inauguraba la exposición que fue eliminada del calendario por sus nuevos gestores y dedicada a Santa Teresa de Jesús. Ayer presentaba la instalación de Francesc Ruiz «Les Esses».

Las dos últimas acciones forman parte del trabajo ordinario de un museo. Las dos primeras deberían de provocarnos en cierto sentido la indignación. La Generalitat gastó millones de euros en expropiar a la carrera numerosos edificios para lo que iba a ser otro de los megaproyectos políticos de la era PP: la ampliación del museo, necesaria quizás entonces, necesaria seguramente ahora por el amplio número de fondos que el centro posee y el escaso espacio para su exhibición.

La Generalitat realizó con anterioridad un proyecto arquitectónico mucho más ajustado a la realidad que por capricho político desestimó en pro de uno más ambicioso que encargó al equipo japonés de Sanaa, un bonito proyecto eso sí, pero tan quimérico como caro y que iba a recubrir al IVAM con de una piel de acero con la que de paso seguramente pagar algún que otro favor.

Así que enterramos cinco de los cincuenta millones de euros que nos iba a costar aquella iniciativa para guadar en un cajón la maqueta, los planos y un proyecto arquitectónico que jamás veremos hecho realidad.

Es obvio que la ciudadanía reclame espacios públicos que bien se echan en falta en el Barrio del Carmen. O lo que es lo mismo, que se urbanice y dé uso a un solar de todos que permanece muerto pese al gasto realizado. En cuanto vengan buenos tiempos, al menos se debería hacer realidad aquella parte del proyecto previsto para el solar, esto es, el cubo para dependencias administrativas y salón de actos que liberaría espacio en la sede principal. Va siendo hora de darle salida.

Lo de Kirkeby no tiene nombre. Salvo si lo llamanos desvergüenza. No sólo porque es un reconocido artista„su obra ha sido expuesta en los principales museos„ sino porque construcciones de similares características que la del cauce del Turia son valoradas en muchas ciudades europeas. Así nos va por aquí.

Que no se esconda el Ayuntamiento de Valencia porque su obligación es mantenerla en condiciones. No se trata de poner una valla para que corra su suerte sino de conservarla y ponerla en valor. Las excusas son pura demagogia, aunque haya mucho guarro suelto por ahí.

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