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Una bofetada al CVC y la AVL

Con el reconocimiento en la Ley de Señas de Identidad, que promueve el conseller de Gobernación Luis Santamaría, a la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV) y Lo Rat Penat (LRP) como entes docentes o, en el caso de esta última, institución consultiva en materia de patrimonio cultural lo que hace el Consell es darle sendas bofetadas al Consell Valencià de Cultura (CVC) y a la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), aunque detrás de todo esto el único objetivo real sea electoralista.

Cada nuevas elecciones que se acercan es sinónimo del mismo tema, como si unos no estuvieran hartos de más de lo mismo y otros pasen absolutamente ya de largo.

Son ganas de despertar fantasmas, o de marear a una sociedad que hace tiempo que está preocupada por otros asuntos y es capaz de defender por sí mismas sus símbolos sin necesidad de que otros los impongan.

La utilización política de la lengua o de las denominadas señas de identidad ya dice mucho de lo que realmente interesan estos asuntos a nuestros actuales gobernantes. Provocar de nuevo la confrontación entre la sociedad valenciana es lo peor que nos podía suceder y lo último que se debería de hacer. Ya hubo bastante en su momento como para volver al siglo pasado y despertar fantasmas que sólo generan división social.

Pero al margen de estas cuestiones, lo grave es comprobar cómo nuestros gobernantes pueden llegar a ser capaces de menospreciar a aquellas instituciones con las que nos hemos dotado y forman parte de nuestro Estatuto de Autonomía. Por muy gobernantes que sean no se debería tolerar.

No se trata de defender a una y a otra sino de resaltar contradicciones y denunciar injerencias políticas en órganos que hemos de considerar plurales y rigurosos, como lo son el CVC y la AVL, con sus virtudes y sus defectos, pero ninguneados en este asunto, y desde el respeto a LRP y la RACV.

Santamaría y el resto del Consell acaban de darle la puntilla al CVC y la AVL. Así se la han jugado. Y, además, sin necesidad de cambiar la propia Ley de Patrimonio Cultural. Por lo visto, ni se respetan instituciones y mucho menos normas propias.

Sin don Pere María levantara la cabeza...

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