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Livermore y la exclusividad

Ahora que se ha solucionado el problema con el contrato del nuevo director del IVAM „la Universidad Politécnica consideraba que el cargo de José Miguel G. Cortés no era suficiente motivo para concederle una excedencia, por lo que hubo que cambiar el reglamento del organismo a la carrera„ se ha liado con Davide Livermore, nuevo Director Artístico de Les Arts.

Y una vez más ha habido que modificar documentos estatutarios. Lo que no se entiende es que la Generalitat promocione la figura de Livermore y lo presente como Intendente desde la propia página web de Les Arts „su biografía es una sucesión de adjetivos„ cuando no tiene contrato como tal. Al menos, la situación es algo anómala.

¿Qué decisiones ha tomado Livermore desde que ha llegado al cargo sobre contrataciones y personal sin tener su documentación en regla? ¿Puede haber cometido alguna infracción? ¿Son válidas sus decisiones, como la contratación de los nuevos directores musicales Fabio Biondi y Roberto Abbado? Son sólo algunas preguntas que quedan en el aire. Como también saber cuántos cargos va a tener en Les Arts donde dirige el Centro de Perfeccionamiento, es Director Artístico, será Intendente y además ha sido y quiere seguir siendo director escénico de algunas de sus producciones. Es de alabar su capacidad de trabajo.

Pero aún vamos mucho más allá porque Livermore quiere, además, compaginar su trabajo en Valencia con colaboraciones profesionales con otros teatros líricos, lícito para alguien ambicioso en lo profesional y bien considerado en su territorio. Pero ya conocemos el refrán: quien mucho abarca, poco aprieta.

La situación de Les Arts, si algo necesita, es una dedicación plena y sobre todo comprometida al cien por cien. Más aún después de todo lo que ha tenido que padecer y lo necesaria que es una rápida y completa lavada de cara que eclipse todo lo extramusical sucedido en estos años y que terminó con la desproporcionada escena de la detención de su exIntendente. Se necesita darle vida a un complejo sin apenas utilización, que nos ha costado 370 millones y que carece de un auténtico plan de usos para rentabilizarlo social y culturalmente. Quizás la figura de Intendente no era ahora tan necesaria habiéndose dividido la parcela artística de la financiera. La complacencia no siempre es sabía consejera.

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