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Chester no era bueno

La sombra de Risto Mejide es demasiado alargada sobre Chester, ese sofá chesterfield que ya ha adquirido suficiente personalidad como para escribirse con mayúscula. No diría yo que le viene grande a la solvente periodista Pepa Bueno, no es eso, aunque a su invitado Felipe González sí se le quedó pequeño, porque cuando se lanza a hablar y escucharse parece expandirse. Curioso elegir al expresidente para inaugurar esta nueva temporada, cuando fue Rodríguez Zapatero el primer entrevistado del programa. Si los autores miran por el retrovisor, imposible que no lo haga el espectador.

Viajando con Chester era el programa de Risto y ahora es otra cosa. Pero cuando se viene de un éxito televisivo el destino más probable de un cambio forzoso es defraudar. Difícil asumir que el programa es el mismo aunque no esté quien lo moldeó a su imagen y semejanza. Resulta tan extraño como asumir el partido de Rosa Díez sin Rosa Díez, por mucho que se lo pidan los críticos de UPyD. Ella se resiste a protagonizar la película Mi vida sin mí, que todos sabemos cómo acaba.

Pepa Bueno entrevistó a González de manera convencional y él contestó lo que quiso. No hubo sorpresas y ella no consiguió cortarle, repreguntarle ni descolocarlo. Desde su posición de personaje, a veces malote, y sus gafas de camuflaje, Risto conseguía salirse de lo previsible y llevar el diálogo hasta lo interesante. Su sustituta fardó de titulares y de distancia crítica en la previa, pero el mismo Felipe lo resumió para concluir: no ha sido una conversación, ha sido una entrevista. Una más. Tal vez con el segundo plato, José Coronado, la cosa cambió. A mí se me indigestó el primero y ya no me quedé para contarlo.

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