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Antimorbo

Todavía recuerdo la carcajada que solté al verle con aquel bañador verde. Toda la película en sí era muy destarifo, pero fíjense que fue al verle con aquel atuendo cuando más me reí. El de él ha sido un disfraz imitado y recurrido en despedidas de soltero y bromas varias que le quieres gastar a alguien en determinadas situaciones. Es fácil, le plantas el bañadorcito verde, un bigote negro y unas gafas de pera pasadas de moda... Y listo. Para quien todavía no lo sepa, hablo de Borat, personaje de la televisión británica interpretado por Sacha Baron Cohen.

El personaje vive despropósito tras despropósito haciendo que el espectador se desternille de la risa. Verle vestido así por la calle (entre otras barbaridades que no le diré por si no ha visto el film) es todo un espectáculo. Y fíjense que me acuerdo de esta película que vi hace ya unos cuantos años precisamente cuando llega el calor. ¿Qué por qué? Supongo que su mente rápida, querido lector, ya ha encontrado la relación. Es fácil. Sobaqueras de machos ibéricos al aire agarradas a la barra del bus, ruido de chancletas dando fuerte, con desgana, sobre el asfalto del centro de la ciudad... O la última imagen con la tengo pesadillas, varón no identificado de unos 70 años de edad en slips negros pedaleando por Peris y Valero sobre una Valenbisi. En serio, ¿esto es necesario? Señores, no a sus pies al aire para ir por la ciudad, no a las camisas de manga corta, no a las bermudas para ir a la ópera... No, no y no a tirantes y escotes cuya profundidad supera al canalillo de Scarlet Johansson.

Y todo esto lo digo desde el buen rollo, con el único fin de garantizar su actividad sexual y la permanencia de la especie humana sobre la faz de la Tierra. Porque para una chica, querido lector, no hay nada menos sexy que un tío disfrazado de Borat. Bueno... Sí. Alguien que salió de casa sin saber que realmente también llevaba puesto el disfraz.

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