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Varietés al gusto

Las cifras de audiencia de su estreno no son Insuperables, pero han salvado los muebles. Y, visto lo visto, lo cierto es que el programa de La 1 es un entretenimiento más que aceptable para toda la familia aunque no invente la pólvora. El enésimo concurso de talentos, esta vez dedicado a las variedades, contiene muchos más aciertos que errores y supera ampliamente el fiasco de El pueblo más divertido, con el que TVE fracasó estrepitosamente el verano pasado . Si lo emitiera Telecinco, multiplicando el ritmo y la publicidad, seguro que sería un exitazo.

El primer acierto es recuperar a la presentadora ilicitana Carolina Cerezuela y también contar con una mala en el jurado. Ya que a nadie se le ocurre ahora mismo prescindir de los repetitivos jueces televisivos, al menos que alguien asuma el papel antipático. Ese rol ha recaído en Ana Milán, una actriz que sabe ponerse borde, como ya hacía en Camera Café. Pitingo y Santiago Segura completan el trío judicial, al que añaden un defensor del concursante. Y también vota el público cuando se tercia, para dar emoción a la dinámica con eliminaciones al final. Ya saben, los referéndums los carga el diablo.

Hablando de varietés, la sombra de José Luis Moreno es alargada en TVE. Para conjurarla, la puesta en escena grandiosa no da cabida a desfiles de moda ni matrimoniadas teatrales. Y aunque hay bailes para todos, por una vez el público vota en favor de la cantante de ópera y no de la flamenca. La revolución del gusto patrio es un espejismo desvanecido al final, cuando todos se esfuerzan por salvar a una niña en un concurso adulto. Al menos en el primer programa han tenido el buen gusto de ahorrarnos las inevitables lágrimas.

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