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Ofendidos y agresivos

Se ha sabido que Robert de Niro, en la promoción en Londres de su última película, The intern, se levantó de la entrevista, incómodo con el tono de la periodista, Emma Brockes, que le preguntó si le costaba mucho no actuar con el piloto automático. La estrella se ofendió y se largó por la «negatividad que desprendían sus preguntas». En España Penélope Cruz ni siquiera puede dejar con la palabra en la boca al periodista porque no concede entrevistas, ni para promocionar la última de Julio Medem, cuyo personaje tiene cáncer. Pablo Motos la ha invitado «a divertirse» con las hormigas en El hormiguero, pero nada, como el que habla con la pared. Quizá por eso el propio Pablo dice sí a Bertín Osborne cuando éste le invita a En la tuya o en la mía. Decir hoy este nombre, a pesar de que impresentables como el que escribe hable pestes del único espacio de entrevistas de la televisión pública en hora de máxima audiencia, es nombrar a un dios intocable al que la audiencia quiere y sigue. Tanto que la semana pasada, con Lolita, que habló de sus cosas, de su familia, de lo que se le pide a Lolita que hable desde hace milenios, lo vieron más de tres millones. Mucha gente. Nunca como ahora, y subiendo la cifra, tienen más sentido las despectivas y arrogantes palabras de Bertín, que contesta a las críticas, no sé si tocándose el paquete, con un altanero «me la pela». La tele lo tiene todo, casi como Ylenia. No se hagan los estrechos. Yo también creía que no conocía a este ejemplar y resulta que sí, que es fruto de la audiencia. Alguien se preguntará, yo me pregunto, cómo es posible que gañán tan ordinario, soez, vulgar y hueco, ¿vale?, sea reclamado en un plató. Pues justo por eso, ¿vale?.

Que «haiga» estudiado. Esta pava grabó un disco y lo petó, ¿vale? Ahora se dedica a hacer bolos por discotecas de polígono, poner caras, mover el culo ante los fans, hacerse fotos, y decir frases que han hecho carrera. Véase «hasta nunqui», ¿vale? Creo que Sálvame de Luxe está de bajón como Jorge Javier Vázquez, que asegura que ya no es garantía de éxito „su paso por Cámbiame Premium tuvo que ser retirado porque la clientela de Telecinco no tragó con la mamandurria„, y al enterarse de que Antena 3, Silvia Abril y Tu cara me suena iban a echar unas risas con la desvergonzada imitación de la chabacana de Benidorm, llama a la original, a una Ylenia que se ha operado el culo „no sé si lo enseñó„ para que cuente de una vez por todas, y sin engaños, las razones por las que abandonó a sus seguidores a su suerte, sin poderla insultar a gusto, durante el último mes, desaparecida de la tele y de las discotecas. Lo terrible de la payasada, lo patético, es ver a periodistas como María Patiño o Chelo García Cortés haciendo como que se toman en serio el trabajo teniendo delante a un escombro social tan relevante. El programa, por lo que se dice, no puede aspirar a más altos nombres. Lo dice el propio Jorge. Dice que hay famosos, muchos famosos, que no quieren ir a Sálvame de Luxe ni cobrando. Algunos hasta se ofenden si los llaman de ese estercolero. Han contado con Ylenia. Aún pueden contar con subproductos aún no trillados. Es urgente que llamen, que seguro que dice sí, a una tal Estela, que ha vuelto a «la isla del amor» enseñando el higo chumbo también en la segunda temporada de Adán y Eva, la que dijo en la primera no saber qué es La Alhambra y si es algo hecho con alambre. Esta temporada, con inquietudes intelectuales renovadas, desea conocer a un chico que «haiga estudiado», ¿vale? Es perfecta para un par de Sálvame de Luxe, y quizá para un «polideluxe» sobre si es así o se lo hace.

La Sexta columna. Pero no todo el mundo va a dar tantas facilidades. De Niro se marchó de la entrevista, Pe ni siquiera se da por aludida, Ylenia ha vuelto con culo nuevo al plató, Estela seguro que estaría encantada de demostrar que la supina ignorancia es premiada, pero hay otros que ven una cámara y se les activa la mala leche que nunca abandonaron. El viernes de la semana pasada La Sexta columna volvió a demostrar que va perdiendo su lado más fallero ganando puestos en el ranquin de buenos reportajes de investigación sin olvidar su picado montaje, el uso excesivo de los subrayados musicales y el picoteo de planos casi de videoclip, que quizá reste, cuestión de prejuicios, aplomo y seriedad. Aún así, excelente la entrega 40 años después, la última bala de Franco, vibrante mirada a la última época del sanguinario dictador, que murió asesinando. A su alrededor, como recuerdan víctimas, desaparecidos, o torturados, gente que disfrutaba con lo que hacía, como José Antonio González Pacheco, Billy el Niño, símbolo del maltrato de la policía franquista. Se fue de rositas gracias a la ley de Amnistía de 1977. Nada que objetar. La ley está para cumplirla. Pero La Sexta quiso localizar al pájaro y preguntarle si se arrepentía de algo, si quería pedir perdón a sus víctimas. Huyó de las cámaras con malos modos como una comadreja diciendo «déjeme en paz, déjeme en paz». Peor fue lo de Javier García, El Cuco, condenado a dos años y 11 meses por el encubrimiento en la muerte de Marta del Castillo. Un reportero de Espejo público, que emitió un día antes unas grabaciones donde hablan el menda y su madre, trató de hablar con ellos, pero el macarra, tapándose con un pañuelo como los bandidos, dio tal guantazo al reportero que éste acabó estampado en el capó de un coche. Cuando al Cuco alguien le advierte de que lo están grabando grita desencajado, «me suda la polla». Qué me dicen. Telecinco ya intentó una vez hablar con él y con su madre por un puñado de billetes, pero le cayó encima una campaña de indignación en las redes sociales que hasta Jordi González tuvo que hacer las maletas y desmontar La noria, ¿recuerdan? Pero eso fue en 2012, tres años hace, mucho tiempo para la televisión. El Cuco es un valor seguro que encajaría en Supervivientes, Gran Hermano, Adán y Eva, Mujeres y hombres, otros. Tiene el perfil de Mediaset. Claro que a él le suda el chirimoyo, ¿vale?, ¿quieres que te dé una hostia?

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