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El poder de la rabia

Mariela es una de esas mujeres que son muchas mujeres a la vez, no solo una. Cuando la tienes enfrente su rostro sereno, el conocido, es el que primero se muestra, con su forma de hablar sosegada y dulce y el vestir siempre informal, entre desaliñado y estiloso. Si, acertadamente, te detienes a mirarla con más tiempo y sin prisa, la magia se expande con todo su arte ante los ojos del observador y se despliegan los mil rostros de Mariela como un gran abanico de potencialidades. Si la miras bien, como cantaba Víctor Manuel, puedes ver como tras ella se muestra una señora anciana, de mirada ausente, quizás su tatarabuela, que quizás también seria campesina, como todas sus ancestros, mujeres valientes a quienes la tierra casi nunca les dio nada excepto frialdades y la rabia necesaria para seguir viviendo.

Si bien escogidamente la observas un poco más aparece de repente otra señora, quizás su abuela, la hija de la campesina, una niña pequeña con cuerpo de adulta que en mitad de una guerra civil decidió con rabia un día y sin saber de la existencia de Peter Pan, no crecer nunca jamás para no tener que vivir de nuevo, con nadie ni por nada, tantísimo dolor.

Y de ella, o de Mariela o quizás de su tatarabuela, porque ya no se sabe quien es quien en esa amalgama de rostros femeninos, surge de repente otra mujer de ojos de miel, nacida y crecida a golpes de represión fuera y dentro de casa, con las manos en los oídos y el pañuelo en la boca y una dictadura instalada rabiosamente en mente, cama y corazón.

Y hay muchas más. Muchísimas más. Son casi infinitas. Como una larga trenza multicolor „morenas, rubias, pelirrojas„ aparecen tías y sobrinas, madres, hijas y amantes, esposas y abuelas, entrelazadas en una cadena de ADN invisible y agazapada. Mujeres no vistas, quizás jamás reconocidas, equilibristas que pasaron por la vida sin derecho a red. Mujeres mariposa que se repliegan con el frío pero que eclosionan, para quienes las quieran ver, en una inmensa catapulta de tela de araña tejida a partes iguales con lágrimas, sueños y mucha rabia.

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