Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lo nuestro

Leo con deleite en estas páginas los artículos de J. Leonardo Giménez, en los que revisa y analiza con mimo palabras y expresiones valencianas, aclara posibles confusiones entre términos parecidos pero de distinto significado y, amorosamente, revive algunos cuyo uso decae y que a toda costa hay que recuperar para que nuestra lengua no mengüe en su riquísima variedad. También hojeo con frecuencia El valencià de sempre, el preciado libro de Eugeni S. Reig, que tengo siempre a mano y en el que reencuentro palabras y frases con ecos de antaño: enforfoguit, micapà, carassera, butoni, parva, ginjol,... ¡Cuántos de éstos he comido!, verdes o maduros, cogidos de aquel alto y robusto ginjoler que se erguía ante una era. Y en la era, cuando la parva estaba ya extendida, dispuesta para la trilla, todavía recuerdo al Tío Micalet „riendas de la caballería en mano para gobernar sus pacientes giros„ entonando cançons de batre con una música que parecía venir de siglos atrás. Todo esto se debe a la suerte de haber vivido una niñez de larguísimos veranos lejos de todo núcleo urbano, hablando y oyendo hablar un valenciano rural, todavía incontaminado, rotundamente expresivo y jugoso.

Pues bien; algo muy semejante a la albor de Giménez y Reig respecto a nuestra lengua es lo que lleva a cabo el grupo Alimara con la música, bailes y tradiciones. Ahora están a punto de resucitar una antiquísima costumbre que, según informa Salvador Mercado, aún se conservaba durante los años sesenta en comarcas del interior de la Comunitat. Se trata de la Esquellà o Esquellada, que en castellano llamaríamos Cencerrada. Es una especie de serenata/cortejo humorístico destinado a los que se casaban por segunda vez, o era viudo uno de los contrayentes. Buen acopio de colleras con cascabeles y cencerros, latas y cacerolas golpeadas con garrotes o manos de mortero por grupos de gente joven acompañaban coplas alusivas y danzas grotescas en una divertida cabalgata que partía de la puerta de la iglesia donde se había celebrado el casamiento, para terminar ante la casa de la nueva pareja. Era motivo de diversión para todo el pueblo y solía acabar en una animada fiesta.

Como clausura de las celebraciones de su 40 aniversario, Alimara va a representar una de esas Esquellades con su característica maestría y fidelidad en atuendos, cánticos y danzas. Será pasado mañana, sábado. A las seis de la tarde la comitiva de la «novia» saldrá del casal de la Falla de Na Jordana, dirigiéndose a la parroquia de la Santa Cruz, en la plaza del Carmen, donde la esperará el «novio» y su acompañamiento. La cabalgata, unida, tomará rumbo al Museo del Carmen, en uno de cuyos claustros se celebrará el sarao final.

Vale la pena no perderse esta espectacular recuperación festiva, evocadora de costumbres y rituales remotos, en la que probablemente será una ocasión única.

Compartir el artículo

stats