Hay gente que señala que Ismael Moreno, el juez que dictó prisión incondicional contra dos titiriteros, mientras unos cuantos centenares de ladrones de altos vuelos tenían apenas limitados sus movimientos, que ese juez, digo, fue antes policía, incluso policía con Franco. ¿Y qué? La policía hace mucha falta y hay orígenes peores. El problema es que he mirado esa cara (y ese historial) y he visto cosas que no creerías: un maño de los listos, una inteligencia alertada, un poco reptil, de frente plisada, mandíbulas plomizas y una ceja más alta que la otra. Esas caras que andan diciéndole al mundo entero: a mi no me la pegas.
El caso es que don Ismael ha dejado en libertad a los dos titiriteros que nunca debieron haberla perdido y con eso quizás se libre de una querella por prevaricación para la que, creo, ha hecho algunos méritos. No se puede acusar a nadie por un delito que no se ha sustanciado porque es que, ni siquiera, les dejaron terminar la función, aunque el juez quizás tenga a su servicio la mente colmena de tres precognescentes que le permitan anticiparse al delito inminente. Pre-crimen. Insisto: era una función, no un asesinato, un robo, unos estragos, o un abuso de menores, como el del profesor de los maristas puesto, por cierto, en libertad provisional. Hasta hemos salido en la portada del Financial Times: ya saben que nuestros amigos british nunca se olvidan de subrayar una situación en la que hagamos el ridículo ¡Gora pedorre-eta!
Todas estas cosas pasarían con menos frecuencia si el PP no tuviera la funesta y halitosa manía de identificar con ETA cualquier cosa que no sean ellos mismos, ya que presuponen que esas otras cosas que no son ello sólo pueden proceder de una aberración de las leyes físicas, un pacto contra natura o un desvanecimiento del patriotismo. Hasta al PSOE lo han acusado de connivencia con ETA y eso que los gobiernos socialistas fueron más eficaces que los conservadores en la lucha antiterrorista: son puros datos. Y que el PSOE puede presentar una larga lista de víctimas de las balas y bombas de los últimos carlistones.
