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Pánico en Mestalla

No sé qué es peor, que Gary Neville se plegara a la voluntad de Mestalla para dar paso a Negredo en lugar de Abdennour o que el técnico del Valencia no se enterara de la expulsión de Aderlan Santos. Estamos cansados de escuchar a los entrenadores que los partidos de la alta competición se deciden por pequeños detalles. Y sí, Gary Neville miraba hacia otra parte mientras Aderlan Santos apuntillaba a su propio equipo con esa expulsión por una entrada por detrás a Fernando Torres. El Valencia estuvo cuatro minutos para decidir un cambio convertido en pesadilla para Gary Neville: una muestra de que entrenar al Valencia no puede dejarse en manos de aficionados, por mucho que estos se hayan rodeado de todo tipo de ayudantes cualificados para suplir sus carencias. Ante el bochorno de esos cuatro minutos, Otxotorena, que no tenía nada que ver, agachó la cabeza en un «tierra trágame» mientras Parejo y Enzo Pérez, sentados en el banquillo, se lo pasaban pipa viendo en apuros a sus compañero Negredo.

Al fondo del esperpento se atisba el pánico de Gary Neville a unMestalla con el pulgar hacia abajo, consciente de que ese fue el principio del fin de su antecesor, Nuno, y de algunos otros con muchísimos más méritos (Unai Emery).

La inconsistencia ha sido la principal referencia de Neville desde su atrevido aterrizaje en Mestalla. Tantos en las ideas sobre el campo como en el manejo del vestuario. En la portería, por ejemplo, primero dio continuidad a Jaume, héroe de la primera vuelta, después creyó en Ryan como el mejor bajo los tres palos y, finalmente, apeló precipitadamente al carácter de Diego Alves. Por no hablar de la capitanía: destronó a Parejo, pero sin coronar definitivamente a Paco Alcácer. El delantero valenciano todavía no sabe si es el primer capitán, el segundo o el tercero.

Es aconsejable ser flexible y cambiar de opinión en casi todos los ámbitos de la vida, pero el fútbol requiere cierto grado de fanatismo: un criterio y un rumbo. Los jugadores necesitan saber qué quieren de ellos y hacia dónde se dirigen.

A 12.000 kilómetros de distancias, Peter Lim sigue compartiendo charlas con el autor material del fichaje de Aderlan Santos por 10 millones de euros, como si nada. Es imposible seguir pensando que Jorge Mendes lo engañó. Son socios, les gusta codearse con la élite del fútbol y no parece que, pese a los intentos de Layhoon, se hayan distanciado lo más mínimo.

Gary Neville fue contratado por su capacidad de liderazgo, pero nadie la ha visto todavía en Mestalla. Ya no se trata solo de un problema de comunicación, sino de preparación y conocimientos. Al medirse a dos equipos dirigidos por entrenadores de primera fila (Valverde y Simeone) se le han visto las limitaciones. Simeone sintió el pálpito del partido del domingo en Mestalla segundo a segundo. Neville estaba hablando con Negredo.

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