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La 'milagroteca' de Sant Vicent Ferrer

La Junta Central Vicentina padece un limbo jurídico del que carece la Junta Central Fallera. Presidida por el concejal Pere Fuset, debiera ser parte del ayuntamiento, pero, al mismo tiempo, su profunda esencia religiosa la vincula al Arzobispado. Sería hora de redefinirla y, sobre todo, de garantizarle un local. Las humildísimas instalaciones de la calle del Micalet son pésimas para un organismo que debiera tener más relevancia social, pues si las Fallas son importantes, realmente los «miracles» también merecerían ser considerados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Que el «Concurs» haya de ir pidiendo limosna por los locales de la urbe es injusto. En los últimos años ha pasado por el Palau de al Música, los Dominicos, los Maristas y ha recalado en la ONCE, sin ningún tipo de promoción ni publicidad.

El nuevo equipo de gobierno se ha volcado con las Fallas para demostrar que no eran antifalleros, pero, por favor, que no se olviden de los «miracles», la gran fiesta oral de la lengua valenciana. Si en las fallas están los «versos» o el «llibret», aquí lo escrito se vuelve grito. Durante años, niños que no hablaban normalmente valenciano, lo utilizaban en este día para seguir el guión diseñado por todo tipo de autores. La colección de milagros valencianos crece cada año, y aumenta el prestigio del patrimonio literario ya consolidado.

Sin embargo, a los «milagros» les hace falta urgentemente una «milagroteca», o «miracleteca», o «milacreteca», como se le quiera llamar. Nos estamos refiriendo a su conservación audiovisual en una alta calidad que garantice su conocimiento y disfrute a las futuras generaciones.

Los «milagros» vicentinos no son preservados en las condiciones que actualmente permiten les últimas técnologías. Convivimos con ellos sin darles la debida importancia, y el actual equipo de gobierno municipal debiera tomar una oportuna iniciativa.

Los «milagros» son literatura. Se escriben, y algunos se editan. Los conservamos simplemente en papel, pero olvidamos que es teatro. Los «milagros» son algo más que un texto. Los «milagros» son los intérpretes, los niños; la dirección, la puesta en escena, los decorados... y de eso no guardamos oficialmente nada. Alguna fotografía, como máximo.

La Junta Central Vicentina debería grabar cuidadosamente los «milagros» cada año, a ser posible en su propio escenario natural, la calle, pues en el concurso todo queda más limitado a lo escénico. Estas grabaciones deberían guardarse en el archivo municipal como parte de nuestra historia cultural, o quizás en la Filmoteca. Al mismo tiempo pudieran ponerse en el aire a través de un canal de Internet, de manera que cualquiera pudiera contemplarlo íntegramente en cualquier lugar del mundo.

La «milagroteca» sería el archivo especializado en la catalogación, conservación y en su caso restauración, de todas las películas de estas obras de arte. En estos momentos podemos consultar y ver cualquier falla de los últimos cien años. Hay dibujos, fotografías y hasta filmaciones. En cambio, todo el material de los «milagros» está en manos privadas. Los particulares han grabado y guardado, pero haría falta que desde el ayuntamiento o la Consellería de Cultura se preocuparan por salvar todo este material.

Cada milagro es distinto, y cada representación, también. Ojalá sepamos conservar este tesoro patrimonial y que algún día los que hoy son niños y actores contemplen las lejanas imágenes de una fiesta excepcional. Ojalá las autoridades se preocupen de crear esta «milagroteca» para la posteridad.

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