Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pactos de la Moncloa 2.0 (y del Palau 1.0)

Esta tarde Puig se entrevista con Montoro. Hace unos días el objetivo era saber «qué va a pasar con el FLA». Ahora ya no se trata de reclamar sino de saber las condiciones de los nuevos recortes

El Reino de España y la Comunitat están en estado de emergencia financiera. Más preocupante todavía es que de no haber sido por la publicación de las cifras del déficit de 2015 y de las medidas que va a imponer la UE, esta emergencia sería todavía un tema ignorado en el rosario de ruedas de prensa y de especulaciones sobre pactos de gobierno que cada vez interesan menos. Las cifras oficializadas el jueves, estatales y autonómicas, no debían ser ninguna sorpresa y las rasgaduras de vestiduras correspondientes son propias de hipocresía o de ignorancia voluntaria.

Esta tarde el president Puig se entrevista con Montoro en Madrid. Hace sólo unos días el objetivo de la visita era saber «qué va a pasar con el FLA en los próximos meses» y decirle que «no estamos dispuestos a que la mala gestión del PP en la Comunitat Valenciana y en Madrid respecto a lo que es la multa de la Unión Europea acaben pagándola los valencianos y valencianas». El jueves con el detonante de los déficits y los anuncios de lo que Bruselas y Frankfurt van a imponer, el marco reivindicativo ha cambiado, pasando bruscamente de pantalla. Ahora ya no se trata de reclamar, por muy justa que sea la petición, sino saber las condiciones en las que España y la Comunitat van a asumir nuevos recortes y abordar las dificultades que ello conlleva.

Montoro al dar a conocer que la de la Generalitat Valenciana (GV) cerró el año 2015 con un déficit que casi multiplica por cuatro el tope marcado en su día, anunció que se veía obligado a imponer nuevas medidas de ajuste (¿ por qué no lo hizo antes?) incluyendo nada menos que un plan de no disponibilidad de fondos, cosa que en román paladino es una intervención en toda regla. En su respuesta, el viernes, Puig acusó de mentir al ministro al culpar a las comunidades autónomas de la desviación del déficit y en lo que respecta a las cifras GV, las achaco a «los pufos» del PP valenciano y al modelo de financiación; «Aquí ha habido una gran falacia y lo que Montoro está intentando es evitar su responsabilidad».

No puedo imaginarme el resultado de la conversación de esta tarde, en la que habrá que asumir nuevas circunstancias con un horizonte de mayores problemas.

Cuando un barco encalla y los marineros movidos por su instinto de supervivencia, intentan salvarse, es una imbecilidad que naden discutiendo entre ellos acerca de quién es mas responsable del naufragio del buque. Hay hundimientos que los grumetes intuyeron, cuyas voces los capitanes menospreciaron. A pesar de todas las descalificaciones que tanto indignado progresista vocifera en contra de la transición, muchos nos sentimos orgullosos de la clarividencia intelectual y del patriotismo que la clase política de aquella época ejerció, también en tiempos de gran rudeza económica. Se consiguió un afortunado acuerdo que conocemos como Pactos de La Moncloa.

Fue en la última etapa de Camps al frente del Consell, que abandonaría en julio de 2011, cuando el grumete abajo firmante, ante la magnitud de la deuda y del déficit de la GV (ya entonces era impresionante) se atrevió a escribir «hay una tarea urgente que no puede hacerse sin una explicación muy cuidadosa a todos los ciudadanos y que en este objetivo hay que involucrar a toda la oposición y a toda la sociedad civil que se pueda. Estamos en una coyuntura donde la idea de unos «Pactos del Palau» debería plantearse cuando antes, con los «Pactos de La Moncloa» como referencia. No en vano fueron uno de los hitos que marcaron la forma de hacer política de toda una generación de españoles». Las hemerotecas son tercas y es grande la amargura intelectual que produce releer lo escrito hace cinco años, el día de la escenificación de Montoro para llegar a la «no disponibilidad presupuestaria».

La única ventaja de haber seguido en un lustro la inviabilidad financiera de la GV es llegar a la obligación semanal de lunes críticos como el de este S. Vicente de 2016, completamente llorado y no del todo escéptico. Todas las explicaciones del desastre han sido escritas: el veneno destilado en la época ZOC (Zaplana-Olivas, Camps) con los votos de la mayoría de valencianos; los buenas intenciones del Pacte del Botànic demostrados financieramente inciertos; la deuda histórica convertida en detalle, en este año del gran déficit donde lo único que ha sido positivo es la bajada de los interese; etc. En la emergencia del bracear para sobrevivir, los tertulianos y los discursos vanos sobran. Las circunstancias de hoy son extraordinarias.

Con el guirigay de sillas, mayorías y silencios que el Parlamento español depura, más propio de campaña electoral que de partidos responsables, y el «to be o not to be» en la práctica del nacionalismo catalán, si esta tarde Puig y Montoro no son capaces de superar el cruce de descalificaciones, el Reino de España en general y la Comunitat Valenciana en particular van a experimentar un paso más hacia una «terra incógnita» de la convivencia, propia del destino de aquellos pueblos faltos de dirigentes responsables. ¿Qué salida ofrecen?

Hay que plantear que al actual Parlamento, con Gobierno provisional que, si es posible, antes de una segunda sesión de investidura alumbren la versión 2.0 de los Pactos de La Moncloa. Mientras, en paralelo, les Corts, encabezadas por Puig, han de engarzar unos Pactes del Palau 1.0 cuyos pies toquen la situación real, que conozcan y explique tanto su suelo como su techo en las circunstancias actuales. Que definan que sanidad y educación pública podemos esperar los valencianos, no la que elaboraron sus programas electorales.

En unos momentos en que Europa se está interrogando sobre sí misma y que España parece volver a sus peores caras desde el inicio de la crisis, los valencianos debemos tener alguna idea acerca de cómo reaccionar, bloqueados y chocados como todavía estamos por los efectos de la época ZOC y sus inmoralidades.

Compartir el artículo

stats