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Señalados borricos

Hay que reconocer que las tertulias tóxicas, políticas o del escotillón, también llamadas rosas aunque tengan un color más bien virado, de esa gente tan descabezada han contribuido mucho a la aceptación social del insulto, la denigración, el señalamiento. Pero luego, todos hemos puesto algo de nuestra parte para el éxito de la fiesta caníbal: Félix de Azúa y ciertos independentistas, Iglesias y Rivera, pijos y proletarios, de tal manera que la bilis acumulada parece efecto de la sequía crónica. A ver si vuelve a llover en la España seca, nunca mejor dicho, y el agua arrastra los burros muertos.

Me dolió, especialmente, el insulto clasista, pero sobre todo indigno, que Azúa le dedicó a la alcaldesa Ada Colau. Indigno de quien calza un talento infrecuente. Así como hay novelistas inspirados y poetas de cartel que, cuando descienden al artículo, no pasan del sermón o de la requisitoria, Azúa siempre sorprende por la finura del enfoque, la singularidad de la expresión y la bien dosificada mala leche. Él sabe mejor que nadie que en materia de insultos nunca se puede quedar por debajo de Trotsky y hay que respetar los consejos de Schopenhauer. Si no, se peca contra el arte de escribir en el que uno es un voluntarioso artesano.

También el independentismo ha encendido sus velas en esta velada de furiosos insomnes y si cierta responsabilidad le hubiese alejado de la tentación de partir Catalunya en dos, que es lo que tenemos ahora, podrían estar traficando con sus minorías arreglos en el Parlamento español y obteniendo contrapartidas para su gente, que es lo que no ocurre cuando se ponen todos los huevos en el mismo cesto. Y llegan los majaderos a señalar a los tibios, a los desafectos. Las invitaciones a linchar. Sin ir más lejos, el libro «Perles Catalanes», que llama a la condena de quienes considera indignos botiflers, traidores a Catalunya. Y en la lista incluyen, entre otros muchos, a Josep Pla, que escribía mejor y dio más gloria a Cataluña, en catalán y en castellano, de lo que jamás conseguirían semejante atajo de aprendices poco aplicados.

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