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José Sierra

El Cambio Climático se esconde en el mar

Hace tres o cuatro año se habló mucho del calor «desaparecido». Las series de temperatura atmosférica global mostraban un aumento paulatino, más acusado entre 1980 y 1990, y una «paralización» a partir de 1989, que fue proclamado el año más cálido conocido. Los «negacionistas» se frotaban las manos al creer que habían encontrado respaldo científico a su cantinela. Varios estudios demostraron que el calor que faltaba en la atmósfera estaba acumulado en los primeros 300 metros de la columna de agua. Después llegó 2014, sancionado oficialmente por la Nasa como «el más cálido de la historia», seguido de 2015, que superó a 2014 arrebatándole el título y los medios perdieron el interés por el calor «desaparecido» y más tarde hallado.

Lo cierto es que las anomalías de temperatura y salinidad de la columna de agua tienen una importancia capital en los procesos biológicos que sostienen ecosistemas generadores de recursos vivos que son, a su vez , parte de nuestra alimentación. Además, aguas más cálidas y más salinas pueden suponer cambios profundos en el clima. El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), ya documentó parte de los procesos que estaban detrás de estas anomalías, como el conocido caso de la pérdida de tormentas y la acumulación de vapor de agua en el Mediterráneo Occidental. El director del CEAM, Millán Millán, advirtió que este fenómeno no afectaba solo al Mediterráneo sino que estaba condicionando el aumento de las inundaciones en Centroeuropa y que„a través de la válvula salina atlántico-mediterránea que regula la entrada y salida y la forma en la que se mezclan o mueven las aguas cálidas y saladas del Mare Nostrum y las más frías del Atlántico„ incidía también en el régimen de lluvias en el Reino Unido y hasta podría afectar a la circulación de las corrientes marinas que modifican el clima.

Ahora, investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Baleares lideran un proyecto para estudiar las aguas profundas del Mediterráneo Occidental, en concreto, la anomalía de la temperatura y la salinidad generada, dicen, «tras el duro invierno de 2005» y su relación con las oscilaciones climáticas. Ojalá su investigación aporte conocimiento sobre estos complejos mecanismos que conforman el clima. No es tranquilizador pensar que tanto potencial destructivo está por ahí agazapado esperando a mostrarse. Como dice Millán, «el problema de los sistemas naturales es que su colapso tiende a ser catastrófico».

jsierra@epi.es

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