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Ganas de olvidar

La ficción es el género que más calienta los audiómetros en estos días de sequía televisiva. Las audiencias hablan, respaldan las series y películas del otro lado del charco y castigan los típicos refritos que tanto repiten en el sufrido espectador. Mientras, la cadena líder ve peligrar su liderazgo y ha optado por montarse su propia ficción basada en un personaje convertido, más que en serpiente, en anaconda de verano. Olvido Hormigos se está comiendo casi todas las franjas y programas de producción propia de Mediaset, ya sólo le falta salir en el informativo. De hecho recordemos que su personaje nació en las noticias, cuando era concejala y se filtró un video suyo copulando. Descubrió entonces que su intimidad era un modo de vida y que publicitando su promiscuidad, ganaba más. Sus escarceos sexuales se han convertido en un contenido recurrente y cuando hay poco que contar, siempre está ella para narrar sus episodios amatorios, aunque sean de hace tres años con Lecquio.

Sus aventuras eróticas me interesan bastante poco pero con Olvido todos ganan. Ella la primera, con un sustento para unos hijos que prefiero no saber lo que deben escuchar en el colegio. La cadena que llena, rellena e ingresa y millones de fieles espectadores que obtienen algo de lo que hablar.

Hace poco, tomando el sol en la playa mi paz se vio interrumpida por un campamento de sombrillas, habitado por un corrillo de mujeres a las que sitúo en algún barrio no céntrico de Madrid. Comentaban con vehemencia las vicisitudes del universo que envuelve las historias sexuales de la exconcejala en un «Sálvame» improvisado en la orilla del mar. El tono subía por momentos y las amigas, bronceadas con bañador y joyas en la arena, adquirían los roles de los tertulianos de ese universo vespertino que les ocupa cuatro horas diarias de sus vidas. Cuando ya no pude más, los cascos fueron mi salvación y con Olvido Gara intente olvidar a la Hormigos a la vez que silenciar a las fieras que alzaban la voz.

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