Hay quien opinará que no existen los mejores, pero aún no lo ha visto todo si no se ha sentado frente a un capítulo de «Los peores tatuajes» que emite el canal Dkiss en packs de tres, por lo menos. Los protagonistas arrancan su participación en el programa confesando a cámara con un tono entre el orgullo friki y el arrepentimiento de un alcohólico anónimo: «Tengo el peor tatuaje de Norteamérica». Y, créanme, la cosa está reñida. Cecilia no está sola y el mundo está lleno de eccehomos tintados indeleblemente en pieles de todo pelaje.
La gracia del programa no acaba en la observación de los horrores estéticos que la gente ha sido capaz de tatuarse a lo largo y ancho de los Estados Unidos. A cambio de la exhibición de su pecado, los sufridores arrepentidos se ponen en manos de reconocidos artistas de las agujas y la tinta para que les arreglen el desaguisado tatuándoles encima. ¡Más madera! Megan Massacre, imaginamos nombre artístico, y otros profesionales se esfuerzan por cubrir vergüenzas con buenos dibujos sin dejar rastro de la afrenta previa. Gracias a ellos, por ejemplo, un presunto aficionado al cine puede borrarse de la pantorrilla la cara de Jim Carrey como «Ace Ventura» y cambiarla por la de Chewbacca, en la confianza de que la moda de «Star Wars» dure cuarenta años más.
Los futbolistas han disparado una moda que los «hooligans» vieron primero, a juzgar por la anatomía del turista británico veterano de nuestras costas. La sobredosis de tinta en los campos se ha trasladado a las playas con desenfreno y hasta los niños insisten en no conformarse con las delebles calcomanías. También el canal TEN emite «Genios del tatuaje» para quien no se conforme con la carne de tronista.
