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La frívola explicación del 90/10 de la deuda

La doctrina del Consell, verbalizada por el conseller de Hacienda, consistió en defender que el 90 % de los entonces 40.000 millones (hoy ya son 43.000) de la deuda de la Generalitat Valenciana (GV) era debida a las deficiencias del modelo de financiación autonómica y que sólo el 10 % era achacable a las actuaciones y decisiones de la época ZOC (Zaplana-Olivas-Camps). Sin duda, el modelo de marras no nos favorece, pero la realidad es tozuda a la hora de mostrar las debilidades que toda frivolidad encierra.

En el bullicio de la semana (Gürtel, Taula, tarjetas black, etcétera) la noticia que el Consell va a tener que utilizar 200 millones del FLA para salvar a la SGR parece un tema menor. La razón de ser de una Sociedad de Garantía Recíproca (SGR) es resolver los problemas financieros de las pymes concediendo avales para respaldarlas frente a las entidades de crédito y en nuestro caso el final de la cadena de avales es la GV. Los detalles de las razones por las que ahora hayamos de enterrar nuestra SGR recurriendo a partidas que el Gobierno central presta a la GV para financiar servicios básicos, son complejas, por lo que aconsejo la lectura de la información de la sección de Economía de Levante-EMV del pasado viernes. En la época ZOC, la mayor parte de los créditos se dieron a inmobiliarias, siendo el resultado tanto a una especie de Bankia local como de un banco malo asociado, como explican muy bien los compañeros Jordi Cuenca y José Luis García. Se trata de un pozal más de miseria para los presupuestos de la GV que hay que añadir a RTVV, Ciegsa, Cacsa, Feria Valencia, Ciudad de la Imagen, etcétera. Casos todos que nada tienen que ver con el modelo de financiación.

El Consell debe estar realmente abrumado y satisfecho por la solidaridad que su 90/10 ha despertado en todos los grupos presentes en las Corts: PP y Ciudadanos junto al bloque del Pacto del Botànic. Todos contra el modelo, único paradigma del origen de la insostenibilidad de la GV. Seguramente de forma inconsciente el conseller Vicent Soler (con el apoyo del grupo de expertos procedentes del ámbito académico y ahora situados en puestos de responsabilidad) ha prestado un servicio impagable al PP, al poner tan módicas cifras a los disparates y corrupciones de entonces; tal ha sido el éxito, que ya no cuentan en la actual discusión política de las Corts. Las causas de la miseria financiera actual de la GV son variadas, pero tiene algo de obsceno adjudicar su 90 % al problema del reparto, cuando tantas fueron las tropelías y corrupciones de ZOC, por cierto la época del desembarco en Valencia de Francisco Correa.

La afirmación del 90/10 fue estrictamente política y en absoluto documentada, por muchos expertos que corrieron a confirmarla. Si el Consell ponía más el foco en ZOC sabía que entraba en una especie de memoria histórica que no iba a proporcionar un solo euro a la GV, mientras que si la deuda se adjudicaba casi en exclusiva al modelo de financiación, la posibilidad de meter el dedo en el ojo del Gobierno central estaba servida contando con el añejo victimismo valenciano. Un ejercicio no exento de una cierta dosis de populismo tan apreciado por Podemos, que permitía sestear con las promesas hechas en el Pacto del Botánic, tan atractivas como no cuantificadas financieramente (la absorción de los trabajadores procedentes del modelo Alzira, la reapertura de RTVV, la desaparición del copago farmacéutico, etcétera).

Cuando uno circula en sentido contrario al resto se pregunta si está muy equivocado y si puede estar haciendo la tontería de conducir por el carril contrario. Es una situación intelectual poco cómoda aunque nada heroica comparada con la del farmacéutico que Ibsen tomó como referencia para su Enemigo del pueblo. Valga de explicación para no haberse sumado incondicionalmente al «Tots a una veu» que los publicistas de la GV han puesto en marcha en el último 9 d´Octubre a cuenta de la financiación como causa de todos nuestros males. En el límite de la tozudez, sólo queda reiterar que nada indica que un nuevo modelo de financiación, por generoso que resulte, va a servir para reducir la deuda de la GV.

No se trata de pronosticar, sino de avisar sobre el daño que la acrítica unanimidad política, mediática y académica puede causar en el caso que se confirme que el nuevo modelo de financiación no va a solucionar ni el déficit ni la deuda actuales. No en vano, en Cataluña hace meses que decidieron seguir su camino, desentendiéndose del tema por lo que parece que nos miren por encima del hombro. Quizás por ello nuestro president piensa que si las cuestiones no se abordan mediáticamente, aunque sean injustas, no existen y, por tanto, nunca se solucionan. Con un tono populista que uno no comparte, solemnemente acompañado de su comitiva fue a Madrid para proclamar «hasta aquí hemos llegado». Frase aparentemente redonda, a la que falta alguna indicación sobre lo que realmente propone al final de este camino al que dice ha llegado el pueblo valenciano. Admitamos que nadie conoce lo que realmente se propone desde el Consell.

Nos aguardan unas duras negociaciones a tres bandas: Europa, gobierno central y resto de comunidades autónomas. Tras ellas, las ahora unánimes Corts se enfrentaran a un dilema: bien asumir lo que resulte de este alambicado acuerdo que se producirá en momentos en los que esta maldita crisis europea no habrá terminado, o bien tomar nota de lo hecho en Cataluña. Será un momento delicado. Al sur del Senia, las circunstancias étnico nacionalistas no son ni tan claras ni tan unánimes como las que se generan desde Barcelona.

Vienen tiempos en los que las frivolidades pueden ser muy costosas. Puede haber llegado el momento de que algunos planteen el grado de coherencia intelectual que han tenido sus análisis y a partir de ello decidan sobre su propia continuidad para el bien de los valencianos.

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