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El "suicidio demográfico"

El suicidio demográfico de España». Este era el titular del ensayo escrito a finales de 2011 por Alejandro Macarrón Larumbe. Toda una premonición de lo que iba a ocurrir con la cada vez más inquietante evolución de la pirámide de la población. La esperanza de vida de los españoles, que se ha duplicado en las últimas cuatro generaciones, lejos de ser la cara positiva de los avances médicos y sociales, se ha convertido en una amenaza para el futuro de esas propias personas. Una amenaza a la que, por otra parte, no se está concediendo la importancia que le corresponde.

Más allá de las llamativas predicciones del último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) „una de ellas señala que se va a duplicar el número de valencianos con más de cien años en 2031„, las prospecciones aventuran una sociedad desdibujada, inestable y dificilmente sostenible.

La famosa generación del «baby boom» alcanzará dentro de 15 años la edad de jubilación, sin que después de ella se haya producido un fenómeno similar que compense ese desequilibrio. Todo lo contrario, la natalidad ha continuado una preocupante línea descendente.

La reciente crisis económica, sus consecuencias sociales y la falta de una política de apoyo eficiente a la natalidad y a los hijos „con ayudas a la manutención, la educación o facilidades reales a la conciliación„ ha terminado provocando una grieta social que puede acabar convertida en una gran falla si no se plantea un debate inmediato que desemboque en medidas capaces de corregir la deriva.

Una vez más, estos días se ha vuelto a poner sobre la mesa la viabilidad del sistema público de pensiones. Se ha especulado sobre los meses que van a durar los «ahorros» de la famosa «hucha» de las pensiones. Se ha planteado desde el Gobierno en funciones „Fátima Báñez„ una propuesta para seguir trabajando después de la jubilación cobrando el cien por cien de la pensión. Un debate evidentemente muy necesario.

Sin embargo, reducir el problema del envejecimiento de la sociedad a la cuestión de las pensiones de jubilación es un error.

Estamos hablando de una sociedad completamente diferente, con un elevado porcentaje de hogares unifamiliares con personas de edad avanzada „uno de cada cuatro valencianos tendrá más de 65 años„, con un saldo vegetativo negativo, con un 25 % menos de niños en las aulas,.. Es decir, un cambio radical que obligará al sistema económico a adaptarse a unos hábitos de consumo diferentes, una capacidad inversora menor, unas necesidades de servicios sociales y sanitarios reorientadas y por supuesto mucho más costosas, en las que las Admiministraciones públicas deberán asumir un papel mucho más comprometido con unos ingresos inferiores.

Todo un reto.

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