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No olvidar nunca

En dos semanas, nuestra ciudad ha vivido dos eventos que ayudan a recordar el protagonismo que tuvo València como capital de la República, y posteriormente como uno de los principales focos de la feroz represión franquista. Hay que agradecer a la Universitat de València el haber organizado, en colaboración con el Ayuntamiento de València y la Generalitat, una exposición que con el título Tot està per fer. València capital de la República, nos acerca a un período imprescindible de la historia, no solo de la ciudad, sino del conjunto del país. Así, recorrer la exposición permite comprobar que València tuvo un papel destacado en la Guerra Civil, organizando la retaguardia republicana. Recordemos el envío de tropas al frente, tanto a Aragón como a la zona centro, donde se ayudó de manera decisiva en la batalla de Madrid, y la acogida de los refugiados que huían aterrorizados ante el avance fascista por pueblos y ciudades. Y a partir del 6 de noviembre de 1936 hasta octubre de 1937, fue centro de la toma de decisiones políticas y militares como capital de la República. La elección de València como capital de la República obedecía a diversas razones, desde su ubicación geográfica alejada del frente, con lo que ello suponía de seguridad como sede del Gobierno (a pesar del incremento continuado de los bombardeos facciosos), así como su posición a medio camino entre Madrid y Barcelona que convertía a la ciudad del Túria en un enclave estratégico para que la República pudiera resistir la embestida de los sublevados de Franco. Todos los avatares y cambios que experimentó la ciudad, incluido un plano del centro de la ciudad con los nombres con los que se bautizaron las calles, están perfectamente recogidos en una exposición de obligatoria visita. No menos importante, y con una carga de emotividad mayor si cabe, fue el acto de homenaje celebrado, en el antiguo Monasterio de San Miguel de los Reyes, a los presos encarcelados por la dictadura una vez acabada la Guerra. Gracias al tesón y buen hacer de Carmen Amoraga y Salvador Broseta, aquellos que tuvimos tuvimos familiares presos entre los muros del Monasterio, pudimos facilitar sus nombres para que nunca más vuelvan a caer en el olvido. Como los hermanos de mi abuelo, José y Lorenzo Labiós Cano, privados de libertad por sus ideas socialistas y comunistas respectivamente, o Manuel Micó Bertomeu, comunista también y teniente de la 102 División de la Agrupación de Guerrilleros españoles en Francia y condenado a muerte. Y detrás de estas iniciativas, tanto de la Universitat como de la nueva administración autonómica y municipal, la misma ausencia clamorosa: el PP. La derecha en nuestro país sigue enrocada en querer borrar su pasado, para empezar así su propia historia desde cero. Afortunadamente, su falta de respeto a las víctimas y a sus familiares no impide que se haga justicia y se honre la memoria de los demócratas que fueron represaliados por el franquismo. Porque, desgraciadamente, esto evidencia cuan de cerca están algunos del franquismo, y cuanto camino les queda por recorrer para ser verdaderamente demócratas.

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