Monjalés, el pintor de Albaida que es testigo vivo de la fundación del grupo Parpalló, contaba el domingo en este periódico su escepticismo sobre el proceso de paz en Colombia. Él vivió cuarenta años en Bogotá, donde recaló tras huir en 1967 de la policía franquista. Seguro que la mayoría de la delegación valenciana que viaja hoy al país andino para «verificar la situación de derechos humanos tras los acuerdos con las FARC», desconoce la existencia del artista albaidense porque ninguno de ellos se ha puesto en contacto con él para recabar información. Y eso que Monjalés mantiene su prestigio intacto en la izquierda colombiana, miembro del Taller 4 Rojo creado en los setenta e influyente aún en la intelectualidad bogotana.
Roberto Jaramillo (concejal de València en Comú), Isaura Navarro y Marian Campello (diputadas de Compromís), Cristina Cabedo (diputada de Podem), Javier Moya (CVSC) y Marco Antonio Llerena (Intersindical Valenciana y CVSC) han decidido emprender un viaje de solidaridad internacional, esa mala conciencia crónica del izquierdismo europeo, para visitar a campesinos colombianos. Les asiste todo el derecho, faltaría, pero chirría que Jaramillo viaje por la patilla a cargo de las arcas municipales, y que las tres diputadas financien su fraternidad universal a cargo del presupuesto de las Corts, cuando la cámara autonómica carece de competencias exteriores. Y aunque sin ser un experto en politológica botánica, creo que las preocupaciones internacionales, en general, y las colombianas, en particular, están ausentes en los acuerdos fitológicos que firmaron Compromís y Podem para dar por amortizados los quinquenios populares con el propósito de anteponer las personas por encima de cualquier ideología.
Hasta ahora mi única referencia solvente en solidaridad iberoamericana es Roberto Viciano, el catedrático de Derecho Constitucional, que a través de la Fundación CEPS ha asesorado a Venezuela, Ecuador y también Colombia. Navarro es reincidente en turismo solidario, que ya le ocasionó algún problemilla cuando fue diputada del Congreso y cargó también los gastos de su acompañante. Por eso no me extraña que Viciano se alejará de Podemos hace tiempo, por su insolvencia teórica, pero también por unas formas bastantes reprochables.
