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Corredor: «carpetazo pragmático»

Cuando uno recurre al pragmatismo no expresa ni victoria, ni verdad deseada, sino simple final prosaico y adopción del criterio de verdad basado en la utilidad práctica, identificando lo verdadero con lo útil, actitud preferible a la melancolía de lo aparentemente imposible. Utilizar la expresión «carpetazo pragmático» hablando del mítico corredor mediterráneo (CM) es algo más que un abuso del lenguaje. Al pontificar sobre la financiación de la UE al CM, muy pocos han querido interesarse en la racionalidad económica de la obra y en conocer por donde la UE piensa que debe darse su recorrido. La última referencia es del president Ximo Puig que hablaba de negociarlo con Emmanuel Macron, a quien obviamente le ocupan temas más trascendentes para Europa: «Sólo conozco un socio y un amigo, que es España, España toda entera».

Para quien lleva quince años preocupado por el CM, hablar de «carpetazo pragmático» en este mes de junio de 2017, es arriesgado ya que se trata del proyecto más pendular y maltratado de todos los vividos por los valencianos, en lo que llevamos de siglo. Sin embargo, quizás sea bueno, que metabolicemos con pragmatismo que València-Barcelona -el tramo más importante del CM- ahora sí, está decidido aunque su solución poco tenga que ver con lo voceado por aquellos grupos y administraciones que, sin arriesgar un solo euro, se han llenado la boca de quimeras en forma de dobles plataformas y de anchos varios. Este ha sido el papel jugado por los empresarios de AVE, por muchos de los actuales responsables de la Conselleria d´Habitatge, Obres Públiques i Vertebració del Territori, por los de lobistas representantes de los amos de la obras pública integrados en Ferrmed, por los editores de diarios que en este lado del Mediterráneo han ejercido su doctrina, etcétera. Quizás tuvo sentido no sumarse al entusiasmo popular.

Barcelona y València van a conectar pasajeros y mercancías por pasillos distintos, al haberse una solución de la que es bueno informar. Las personas que viajen entre las dos capitales lo harán por el actual trazado, paralelo al mar, hasta Vandellós, para allí alcanzar el nuevo tramo que lleva a la estación de Camp de Tarragona, desde donde se pondrá rendir viaje usando la línea de alta velocidad (LAV) procedente de Madrid y Zaragoza. En lo que se refiere a las mercancías procedentes de València y de su puerto, viajarán en ancho ibérico, camino de Sagunto y Teruel hasta el nudo logístico (o si lo prefieren puerto seco) de Zaragoza, a partir del cual bien podrán continuar hasta Bilbao o bien torcer para seguir la misma ruta de aquellos mercantes que cubran el Barcelona-Madrid.

Fomento se ha comprometido a que en meses funcione el sistema de cambio de ancho para pasajeros en el ya terminado tramo Vandellós-Camp de Tarragona, una solución que debería estar funcionando desde hace diez años y sobre cuya triste historia no voy a insistirles por la pesadez que ello supondría. Después seguirá el cambio al ancho europeo tanto sobre las actuales y veteranas traviesas entre Castelló y Vandellós, como en las muy flamantes del citado Vandellós-Camp de Tarragona. No se necesitará el intercambiador de anchos y la UE declarará que la segunda y tercera capitales españolas están conectadas por una LAV. No faltará a la verdad.

Como en España no existen ni se esperan convoyes de mercancías en ancho europeo, aquellos mercantes que salgan de València lo harán en ancho ibérico camino de Zaragoza. Ello se ha confirmado con la inversión de la china Cosco, conocida la semana pasada, que adquirió las terminales de contenedores de los puertos de València y Bilbao, junto a las de los puertos secos de Zaragoza y Madrid.

El conjunto puede no ser especialmente brillante, pero sí financieramente factible. Un «carpetazo pragmático» dado de forma conjunta por los dos actores que realmente van a invertir: por un lado Fomento, quien sí puede poner ancho internacional entre Valencia y Camp de Tarragona dando lugar a la LAV citada y por otro, la contundencia de la decisión geopolítica de China de invertir para que València sea uno de los destinos finales del «One belt, one road» (un corredor, una ruta) impulsado por aquel gobierno. Sin orillar el papel chino en la tragedia griega de El Pireo, uno no deja de aprender al asistir en directo al acontecimiento de que la resolución del València-Barcelona, se vaya a dar en el marco de la actuación de un actor inesperado cuyos portacontenedores provienen del Lejano Oriente.

No estoy en condiciones de entrever la solución que se adoptará para aquellos tramos que digan atravesar la ciudad de València, pero se habrá de tener mucho cuidado para no despilfarrar dinero si antes no se resuelve debidamente el paso por la capital. Las actuales dos vías del túnel del Cabanyal son una restricción demasiado fuerte.

Uno es consciente de que la contenida alegría propia del pragmatismo no cuenta con el apoyo de actores ilustres. Es el caso del vicepresidente de la Generalitat catalana (la institución que durante lustros se ha desinteresado del CM al sur de Barcelona) que al presentar la pregunta y fecha del referéndum, ponía al CM a la cabeza de los ultrajes de los que son objetos los catalanes. Tampoco han querido saber del carpetazo los lobistas de Ferrmed y sus dobles plataformas desde Algeciras de presupuesto desconocido, ni los empresarios de AVE metidos a planificadores ferroviarios, buscando resolver determinados intereses logísticos con el dinero de todos, ni los impulsivos tuiteros con despacho en la conselleria, prestos a desprestigiar a la UE con tal de mantener su particular visión de CM, ni los editores de periódicos catalanes para quienes ejercer la postverdad a cuenta del CM les ha sido un ejercicio tan fácil como poco honrado intelectualmente.

Uno no pretende estar solo frente al mundo, ya que tiene la experiencia del agotamiento y del desprecio. Deja aquí el debate con el ánimo de compartir su humilde alegría pragmática. En València necesitamos bajar el nivel de acritud. Empresarios, lobistas, conselleras y periodistas puedan seguir su camino con sus respectivas visiones del mito CM. Es su derecho, el mío se reduce a intentar informar a quienes lean esta columna.

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