Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Montoro en la parrilla

En plena ola de calor al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, le ha tocado la peor. Desde el Tribunal Constitucional le dieron el mayor varapalo al declarar «ilegal» su famosa amnistía fiscal, que él llamaba, con evidente eufemismo, «regularización fiscal». De inmediato se desató la oleada de críticas -algunas llevaban años reproduciéndose y en voz alta, en el foro parlamentario y entre los expertos de la materia- y se le pidió que dimitiera y en su defecto que su superior en el Gobierno, lo destituyera, «por decencia».

En la sesión de control ayer en las Cortes fue tal vez el ministro que recibió más duras reprimendas. El morlaco se lo soltó el diputado socialista Pedro Saura, que había sido de los que promovieron la denuncia ante el Constitucional, que ha fallado que el decreto-ley no era la forma y, lo que es peor, que conculcaba el principio constitucional de justicia e igualdad y que en cambio facilitaba le trabajo a los defraudadores, de por sí muy activos y con evidentes expertos que les aconsejan para pagar menos o nada (al final no pagaron más del 3 % por ciento, cuando se perseguía con esta decisión que fuera de un 10 % lo que hubieran debido pagar si esos 40.000 millones de euros que afloraron hubieran estado en España y debidamente regularizados con anterioridad).

Los representantes de Unidos Podemos insistieron en el tema y él repitió que no dimite, de momento, y que siempre han pedido su dimisión. Juan Carlos Girauta, por Ciudadanos, también le atacó por ser el causante de la mayor subida de IRPF y de IVA, castigando a la clase media y los trabajadores, mientras cubría con un manto a los ladrones de guante blanco. El diputado le sacó a colación el símil de las zanahorias que había usado el día anterior para prometer futuras rebajas del impuesto cuando acaba la legislatura. De momento ha aplicado la parte de los palos, le dijo, ya veremos en qué queda eso. Su última rebaja antes de las elecciones de diciembre produjo un resultado nefasto, y para paliar el déficit se recurrió a los recortes (otra vez) porque faltaban unos 10.000 millones.

El ministro, que suele hacer gala de humor, no estaba para chanzas, pero insistió que él sigue trabajando. La verdad es que tras su trabajo con la negociación del límite de endeudamiento, incluso con el PSOE y luego de los presupuestos, con cinco formaciones, Mariano Rajoy desea que siga, aunque esté más quemado que san Lorenzo en la parrilla, porque el acuerdo que busca ha de servirle también para el presupuesto del año próximo y para repetir la jugada del límite de gasto. Ya veremos si se lo puede arreglar en tiempo y forma. Dependerá en parte de la marea que se levante, con la situación del Gobierno en minoría y la cadena de reprobados que va aumentando.

También de lo que logre en esta nueva etapa Pedro Sánchez, al que se le vio y oyó, como Lázaro resucitado, entre su grupo parlamentario, poniendo orden y buena cara, explicitando y corporizando quién manda ahora y quién marca la línea a seguir, rumbo a la Moncloa, dijo. Sin mucho éxito en su propuesta a Ciudadanos y Podemos de hacer la tenaza al PP.

Pero todo esto, en la ola de calor que nos sofoca, es humo de pajuelas, comparado con el incendio que se prepara en septiembre y octubre próximos, con la cuestión catalana. Ya veremos hasta dónde llega la tempestad.

Compartir el artículo

stats