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Maite Mercado

Perdónalos

Como a muchos, me invadieron los prejuicios ante el estreno de «Perdóname, Señor», una historia y una estética ya vistas; pero unas semanas después, me he convertido en una más de sus tres millones de seguidores aunque sean obvios los parecidos con «El Niño» y «El Príncipe».

Si no fuera por la presencia de Paz Vega como Sor Lucía, estaríamos ante una versión extendida de la película de Daniel Monzón que sacudió la taquilla española en 2014 y descubrió la mirada azul en lancha motora de Jesús Castro, que recuerda un poco a Paul Newman -solo en los ojos-. Mismo chico, mismo tema y mismas playas.

El gaditano también participó en los diez últimos capítulos de la serie del barrio ceutí con un personaje bastante forzado: el primo de la península de Rubén Cortada. Pero el rostro que se repite de la exitosa ficción de Plano a Plano es el del francés Stany Coppet, terrorista al otro lado del Estrecho y narcotraficante en Barbate. También se incorpora la historia de amor complicada, patrimonio universal de la ficción.

De esta relación imposible deriva el título. El Señor tiene que perdonar a la monja que se meta en asuntos turbios para sacar del mal camino a su sobrino, en realidad su hijo, el que tuvo de adolescente con su único amor, el malo. Él era un chico de buena familia, ella la hija de un pescador. Por eso la madre de él, la más mala, conchabada con el cura, les engañó a los dos para que creyeran que se habían abandonado mutuamente. Más visto que el tebeo. Ella se metió a monja y él se casó con otra y se hizo narco. Y ya saben, veinte años después, todavía se quieren. Mucho rato pasará Paz Vega en el confesionario.

El culebrón podría haberlo invadido todo. Sin embargo, acercándonos a la mitad de los ocho episodios de la temporada, la trama se vuelve más coral y aparece el trasfondo social de la zona: mujeres encerradas para intentar mantener sus empleos en la única conservera que queda en el pueblo y el antaño pescador, sin trabajo y embrutecido por la bebida, con el que llega la tragedia. Un Paco Tous, al que vemos los martes en «La Casa de Papel» como «Moscú», que emociona mostrando el drama de la desesperanza.

A pesar de la dificultad de encontrar las siete diferencias con sus «musas», el producto funciona. «Pérdoname, Señor» es un cóctel estratégicamente construido con un mucho de aquí y un poco de allá; narcos de moda, trata de blancas, relaciones prohibidas como en el «El Pájaro Espino»... Y una es débil.

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