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Felices vacaciones

De una rotonda, muy cerca de Almenara, parte un camino que se adentra en el marjal ahora dominado por huertas de melones y sandías. Pero un oculto ser de agua palpita tras las cañas: es una albufera limpia y escondida que alimentan los sobrantes de riego que corren por el azagador de Quartell hasta el mar. Al norte, Casablanca; al sur, Corinto, Malvarrosa y l´Almardà. Son nombres de playa y en l´Almardà, donde vamos a bañarnos, la playa es de arena y cantos rodados y el color del agua, como una pupila de muñeca despeluchada, un verde de esmeralda batida por las olas. Detrás, el cordón de dunas que nadie mutiló, por fortuna, desde Almenara hasta casi el Port de Sagunt. Lirios y caléndulas.

Cuando se retiran los bañistas comparecen los pescadores de caña; cuando se van los pescadores, abre el chiringuito Calipso, en l´Almardà: actuaciones en directo, pizzas y mojitos artesanos. Allí actuaba mi vecina Carmen, La Peluquera, que tiene una voz dulce y bonita, como de cría, y un temperamento de cantante de corridos. Allí presentaron su segundo disco, con mucho ska y no se qué de Kusturica y hasta una versión del Xe, que a gust!. Los pescadores son lo contrario de los cazadores, aunque vengan del mismo tiempo primordial: los cazadores rugen con la cilindrada de su 4x4, son su heraldo los ladridos de la jauría y cuelgan de su cinto las perchas de perdices, como atributos de complemento.

A los pescadores los veo, en cambio, en el Carraixet y El Canal y La Plana, camino de Sueca, el sedal a remojo en el laberinto de las aguas, como budas desovillando el tejido de los engaños. No crean, han encontrado el modo de desasosegarles. Mi vecino Andrés tiene un amigo que pesca con dron. El dron recoge el sedal y el anzuelo y los lanza a una distancia inalcanzable para cualquier llançadora. Así pescó un dentón de cinco quilos que asaron en el horno de un tercero. Luego cayó una dorada de más de dos quilos y cuando ya se olían otra cena, el pescador del dron dijo: «No va a poder ser. Lo he vendido a un restaurante. 50 euros». Ya ven: la vida sigue y hay que ir por la sombra. Me voy de vacaciones.

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