Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

València fantasmal

Ante la esquina de la plaza del Patriarca. Ese espacio híbrido con una fuente «coenta» con obras de Octavio Vicent, unos naranjos que enmascaran que es más «dura» que blanda, y un edificio que apuntalan desde hace años, entre redes protectoras, descubro que ya no existe Hermés, y que la milla de oro, ya no es de oro, el sueño de una Valencia dorada, alumbrada a base de millones y endeudamiento, con la America´s Cup y demás «eventos» acaba en nada o poco más que nada. El sitio donde estuvo antes un club privado es una restaurante cuya carta dice que el menú es de 15 euros (y este y el otro que existe no hace mucho, se llenan).

En dos domingos, acompañado por Maria Navarro- no mi doble en Radio Peninsular- sino la doctora y amiga desde 1973, hacemos un recorrido de esa Valencia fantasmagórica de agosto. Valencia cerrada, todos se han ido€Han cerrado, para siempre, dos quioscos de prensa, uno en la calle San Vicente, otro en la Barcelonina. El célebre quiosco España echó el cierre. ¿Y ahora qué hacemos? Nos preguntamos la clientela de antes de las 9 A.M. Era algo que desde los primeros 50 recordaba, con el limpiabotas y la sombrerería de enfrente y el café Suizo.

La particularidad de València es esa, borrar sus huellas o sus signos de identidad, uno tras otro y quedan menos cada día. Lo que abren son franquicias, tiendas de pingos, comida de «fast food», poco saludable, y de todo a cien (no 100 euros). Las tiendas de ropa más exclusiva han ido despareciendo sin darnos cuenta. No sólo en esta plaza del Ayuntamiento venida a menos o con peor oferta que un centro comercial de la periferia. Por no tener ya no tiene ni bancos, se fue el City, hace poco el Español de Crédito, luego el Santander el Bilbao-Vizcaya y el Deutsche Bank€ ¿A quién interesa? Todo son cierre de sucursales y prejubilaciones.

Es lo que ha ocurrido con la Gran Vía, de circulación rápida y contados paseantes en su carril para peatones. Apenas queda una de sus tiendas de ropa emblemática. Y otra cerca. En Cirilo Amorós casi sucede lo mismo. Desparecieron las charcuterías, las tiendas de fruta de calidad. Todo va a la baja. O lo poco que hay en el Mercat de Colón. Maria señala, después de conseguir sus periódicos y revistas en un pequeño quiosco que abrió Toni y luego traspasó y se fue a vivir a Las Alpujarras (que en verano están menos desiertas). Luego nos consolamos con un helado exquisito en Los Italianos, en la tradición familiar. Mientras, recorremos por un pasaje muerto (ella me asegura, que es como otros: el Rex, el Serra, el de la finca de hierro€). Los pasajes son aquí la zona muerta, emblemática.

A eso de las 9AM están poniendo los primeros bares y terrazas. Esperan a la clientela más tarde. También descargan las camionetas cerca del Mercat Central. Y las cadenas de panadería y pastelería, de las que me abstengo, porque en mi barrio abren todos los festivos dos hornos. Y si no voy a la calle Norte, paseando.

Miramos espantados los «sobreañadidos» de la calle de Colón, pensamos en lo que sería una «sky line» original, menos agobiante. Pero apostilla. «Menos mal que abre el Corte Inglés o estaría todo cerrado"« Así todo le firme está en malas condiciones y el autobús viene cada media hora (no hay indicación, no conviene).

Esta es la València que ha claudicado, que solamente piensa en el turismo playero. La basílica de la Virgen y la Catedral abren y hacen buena caja. Nos despedimos, ella va a casa, yo a Embaixador Vich, buscando refugio en un nuevo establecimiento porque el Hotel Inglés está en obras. Era la papelería Vila. Y tienen prensa, ya es algo.

Compartir el artículo

stats