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Maredeuetas

Vayan todos mis respetos y admiración hacia esas valientes, abnegadas, sacrificadas y corajudas cantantes de copla valencianas que se parten el alma en los escenarios, manteniendo vivo un género tan español como la propia bandera que ahora ondea o pende por doquier en infinitos edificios particulares de nuestra nación, resurgidas por otra copla desagradable, desafinada y fuera de tono cantada en otro lugar con aires de sardana.

Nuestras copleras, con devoción e incidencia casi absoluta, son las «maredeuetas» de los escenarios, porque tienen como condición indispensable e insalvable cantar aquella canción bilingüe, «La Maredeueta», alusiva a la Virgen de los Desamparados con historia de amor desgraciado entre un humilde escultor y una tal Visanteta. La crearon al final de los años veinte el letrista José Santonja y el músico valenciano Manuel Penella para que la cantara la entonces llamada Conchita Piquer, más tarde doña Concha, una valenciana que fue y sigue siendo la «más grande», por mucho que otras cantantes posteriores se hayan querido adjudicar ese magno calificativo.

Las «maredeuetas», que acaban su canción de rodillas sobre las tablas como recurso infalible para provocar el aplauso unánime del sentimiento general, se la tienen bien aprendida, como la tenía el inolvidable Rafael Conde, El Titi; la hija de la Piquer, Concha Márquez, o el propio Francisco, que incluso la grabó en disco. Las chicas, en su bolo rural, se tocan de mantilla para interpretarla, ignorando tal vez que La maredeueta la tuvo prohibida la iglesia católica durante algunos años por considerarla «irreverente». Y ahora se canta a la puerta de las iglesias en los pueblos en fiestas.

Nuestras «maredeuetas» son artistas con espíritu y vocación. Así, desde la veteranísima Julita Díaz, hasta la más novicia de la copla, pasando por muy buenas cantantes como María José Sanmartín, Arantxa Pons, Carmen Romero, Mariló Salas o Mercedes Zambrano, se lucen con el tema que finalizan sus actuaciones. Incluso Noelia Zanón, esa gran voz valenciana que anda de mariachis por México, cantaba su particular «maredeueta» con mono plateado al cuerpo y mantilla a la cabeza tras dar el salto de la copla al pop-rock. Otro cantante al que la «maredeueta» le asiste es Pepe Triana, pero no se pone mantilla para cantarla.

Alguna «maredeueta» asistió al actor Álex Gadea al nacer en Alzira en plena pantanada de Tous, y que ahora está en el Olympia con Cyrano de Bergerac junto a José Luis Gil y Ana Ruiz. Álex, al que también vemos actualmente en la serie de Antena 3 «Tiempos de guerra», ha intervenido en otras series como «El secreto del Puente Viejo» o «Seis Hermanas», y aquella exitosa «Alquería Blanca» que Canal 9 aportó y su bancarrota se llevó. A verle al Olympia en el estreno de Cyrano acudió Ferrán Gadea, su compa de alquería, con quien comparte apellido pero no son parientes, según aseguró Tonet.

José Luis Gil, nariz sobre nariz y genial en su interpretación, dijo aportar algo de él al personaje escrito por Edmond Rostand, si bien nadie podría reconocer bajo su disfraz escénico al Enrique Pastor de «La que se avecina», esa serie que lleva diez años en Telecinco y cuyos guionistas parecen haber perdido el norte, el sur y hasta el oeste. Cada guión resulta más vulgar y chabacano, pese a la gran calidad de sus protagonistas. Sexo sin tasa, situaciones absurdas y falta absoluta de ideas se muestran con profusión en cada episodio. La endeblez de los guiones está minando la popularidad de la serie. A estos guionistas, sin duda, les abandonó su «maredeueta».

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