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Burbuja reventona

El otro día vi en la sala Ruzafa, la de Chema Cardeña (Shakespeare en Berlín) una interesante «comedia salvaje» -o sea, una farsa, ¿no?- titulada Amunt l´Sporting, de Albert Forment, un letraherido saguntino que ya probó suerte, con fortuna, en el ensayo y la novela. La historia, sencilla y divertida, funciona con los personajes habituales: un presidente entre Paco Roig y Alfonso Rus (¡hola!), una contable, la hija malcriada del presidente, un entrenador más pedante que Jorge Valdano y un astro de la cantera local aún estremecido por su amor a los colores.

El fútbol como política y al revés. Y como en la política lo decisivo no es lo que se muestra en el campo de batalla (figurado), sino lo que se cuece en la penumbra: comisiones, fichas, tajadas y derechos. Como la vida misma. Al Depor le han vuelto a meter otra manita, o casi, y ya han destituido al entrenador, que suele ser el fusible del presidente. Antes pasarán cinco Zinedines Zidane que Florentino Pérez se dedique a otra cosa: ¡Y cómo iba a hacerlo si cada centímetro cuadrado del palco del Bernabéu produce más que una hectárea de invernaderos de Almería!

Por supuesto no les voy a contar las peripecias y el desenlace de la obra, aunque en el mismo lugar en donde fue concebida, el empresario chino Li Wing Sang quiere quedarse con el 51 % del Saguntino. Todo será de los chinos sin mover una torpedera o un bombardero: bastará con ejecutar hipotecas y créditos. Nosotros nos resistiremos claro, pero nos mandarán al cobrador del frac. Dicen que está a la vista la explosión de la burbuja del fútbol que consistía en enseñarles a los primos las luces de la galaxia y robarles la cartera a los así transidos de asombro. Dicen que los derechos del fútbol -que Canal 9 compraba muy por encima de su valor de mercado para apoyar «nuestros colores» (de sonrojo)-, que esos derechos están muy sobrevalorados y que nadie quiere pagarle tanto a Jaume Roures por ellos. El señor Roures es trotskista, dice, y con ello quizás pretenda reventar el sistema. Si es así, felicidades: nunca se me hubiera ocurrido.

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