Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La guerra eterna

Como ustedes ya saben, la guerrilla por la salvación del bosquete de Bailén se ha saldado con un derrota. La guerra continua, pero los árboles han sido tomados como prisioneros, mutilados, metidos en un cepellón como el puño de un bebé y retenidos en un centro de inmigrantes, pese a que ya estaban allí cuando nosotros nacimos. Se lo dije a un empleado de Valencia Parque Central: «O sea que esos árboles han cometido el error de crecer donde no debían». Y se enfadó muchísimo, como comprendo, hermano, tu estallido de ira, ya lo decía mi madre: «Em traus de polleguera». Curioso país en el que el enredo legal sirve para que los derechos urbanísticos se impongan a todos los demás derechos, al sentido común y hasta al buen gusto.

Levante-EMV publicó una foto, una buena foto con profundidad de campo, sobre el caso de las losetas de granito que mutaban de color, secas o mojadas, losetas que hubo que cambiar con cargo a la constructora (faltaría más que, encima, tuviéramos que pechar con el sobrecoste: por lo menos parece que hemos superado el Síndrome Calatrava). Pues bien, en esa foto sólo se veía hormigón (o granito) hasta donde alcanzaba la vista, se nota que es un parque, ya dice María José Broseta, presidenta de la Federación de Vecinos que «hay un exceso de hormigón y pavimento duro». Y con tanto ladrillo, no han apartado unos pocos para un centro de día para los mayores. Habrá que recordarle a mi viejo compañero Vicent Sarrià, concejal del ramo, la ecuación de un parque: árboles y sombras + glorietas y pérgolas + setos y enredaderas + mirones y enamorados + fuentes y pajaritos = parque.

Me había guardado una cosa: entre los árboles de Bailén había entre urracas, lagartijas y verderones, una preciosa colonia de gatos. La ley obliga a reacomodar la colonia en condiciones ¿Se ha cumplido? No lo dije antes para evitar el sambenito: ¡Ya están aquí los locos de los gatos! Táctica. Otro día el caso Cabanyal. Ahora me voy a comer con un amigo ingeniero: a por más munición, claro.

Compartir el artículo

stats